La historia de Benihana es muy sui géneris, ya que fue un descendiente de guerrero samurái quien abrió una cafetería en Nueva York para llevar los sabores de sus ancestros y dio un paso más allá al de la gastronomía: incluir un espectáculo en la preparación.
Aunque en otros lugares ya se replicó el concepto, fueron los dueños de este lugar quienes innovaron al colocar una parrilla de acero en cada una de sus mesas, de manera que el chef pudiera hacer un espectáculo casi teatral con los utensilios de cocina y los ingredientes. El protagonista de por medio es un teppanyaki.
El primer lugar abrió en 1964, y cuando nos enteramos que de entre los 20 países donde ya operan se incluía México, nos dimos a la tarea de hacer una visita a Parque Interlomas para unirnos a la lista de 100 millones de comensales que los han disfrutado.
La ambientación del lugar nos remonta a las películas de acción que tienen a Japón como locación, de ahí pedimos una mesa con parrilla e iniciamos el recorrido con los clásicos camarones y vegetales tempura, cuya esponjosidad es de no creerse. No pudimos dejar pasar los famosos rollos primavera como entrada, que con su salsa agridulce ya nos tenían con los ojos en blanco.
Nos queríamos reservar un poco más el espectáculo, pero al notar lo vastas que son sus raciones, decidimos perfilarnos por un teppanyaki, así que la parrilla comenzó a calentarse frente a nosotros y de pronto el chef ya estaba con todos sus implementos listo para sorprendernos.
Revelarles el espectáculo completo es como contarles la película y hacerles perder el encanto, pero hay que decir que si acuden con niños será una tarde inolvidable en la que el gorro del chef hace las veces de un sombrero de mago donde se pierden y aparecen algunos ingredientes.
Pudimos ver cómo una rebanada de calabacita se convertía en una locomotora, o cómo un volcán de cebollas hacía erupción, para finalmente todo traducirse en un delicioso platillo donde las más deliciosas carnes rojas compartían escena con langosta o camarones, apetitosas salsas para el acompañamiento, una sopa de cebolla, receta única de la casa, y hasta ensalada.
No pudimos irnos del lugar sin revisar el menú de rollos, porque también es pecado ir a un japonés y no probar el sushi. Así que después degustamos una delicia de salmón, manzana, arúgula y jengibre, que al llegar a la mesa es flameada frente a tus ojos.
No dejes de hacer un repaso por los cocteles y por la carta de postres, donde los tempuras se aprovechan de los helados y el plátano macho. Sin duda este lugar, que abrió sus puertas en México en noviembre del año pasado, es un must para quienes aman la comida japonesa.