A dos horas de la Ciudad de México, Jantetelco esconde un lugar en el que el hombre puede tener un contacto en primer grado con la naturaleza. Cada generación de pobladores le ha otorgado un nombre distinto: para los más viejos, es el Cerro Gordo, los más jóvenes lo llaman «Cerro del Chumil», y los habitantes de los municipios aledaños, quienes sólo pueden verlo de lejos, lo bautizaron con el nombre de la silueta que refleja a la distancia: Cabeza de Mono.
A pesar de que el cerro es visible a varios kilómetros a la redonda, lo cierto es que hasta hace poco tiempo no mucha gente lo visitaba. Y no porque no quisiera, en realidad es porque no muchos conocen su atractivo: en los últimos años, el «Cerro del Chumil» se ha transformado en un centro ecoturístico que ofrece la experiencia extrema de una tirolesa que zigzaguea a través de siete puntos (su tramo más largo es de casi 700 metros), recorridos guiados y hospedaje. Las cabañas, construidas con adobe, fueron realizadas de tal forma que los huéspedes puedan salir a contemplar la alfombra de naturaleza viva que se extiende sobre el cerro.
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«Este lugar ofrece diversión extrema para quienes buscan divertirse, pero también es un espacio donde la gente puede llegar a relajarse, a descansar», señala Leticia Monsalvo, encargada del lugar.
El centro turístico fue establecido en tierras ejidales, por lo que es administrado por un comisariado. Sin embargo, desde este año ha recibido el apoyo de la administración municipal para potenciar su atractivo y posicionarlo a nivel local y nacional.
¿Ya lo conocías? ¿Qué esperas para ir? Disfruta de este atractivo turístico que la naturaleza nos ha regalado.