Nadie va a negar el encanto que tienen las estancias más lujosas del país, con servicio todo incluido, albercas con vista panorámica y demás. Sin embargo, existe un mundo alterno, el de esos paraísos escondidos, de las playas vírgenes alejadas del ruido y del encuentro al 100 con la naturaleza. En esa lista se anota Playa Chipehua, en Oaxaca.
Para llegar a este lugar hay que volar o rodar a Huatulco, de ahí seguir el camino hacia Salina Cruz. En total son 47 kilómetros desde el aeropuerto hasta este tesoro del océano Pacífico. Lo espectacular son sus interminables dunas que por sí solas nos hacen ver un horizonte blanco, limpio y apaciguado que calma hasta la más descarriada de las almas.
En las orillas disfruta del mar abierto con oleaje medio y agua tibia, por lo que si vas en familia no tendrás preocupaciones. Las personas del pueblo se dedican principalmente a la pesca y al turismo, por lo que hay que ir sin el cinturón ajustado para disfrutar de los pescados del día en recetas con sabor a hogar.
La época más concurrida es Semana Santa, pero el resto del año puedes ir a este oasis donde de la nada, entre la arena, se abren acumulaciones de agua salada que hacen las veces de albercas naturales.
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Si no tienes referencias del estilo de vida en el Istmo de Tehuantepec, tienes que prepararte para ser atendido como uno más de la familia, mientras das un paseo en lancha y te refrescas con el viento.
Aquí hay paseos a la orilla de la playa sobre caballos, salidas a senderos silvestres, y clases de surf.
Si no le temes a la aventura renta una cabaña, los servicios tal vez serán limitados y sin tantos lujos, pero nada de eso se compara con una noche llena de estrellas y las fotos más espectaculares que en otro lugar no encontrarás.
En Chipehua no le niegan la entrada a nadie, pero considera que la magia de este litoral oaxaqueño son los contados visitantes y la responsabilidad que cada uno tiene para conservar el santuario ecoturístico.
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Prepárate para ser sólo tú y la arena, de fondo un espectacular atardecer, el sonido de las olas del mar intentando arrullarte, pero eso sí, la compañía la eliges tú, nosotros solamente te pedimos que no olvides tu cámara fotográfica.