Desde 2006 conservo, más o menos en esencia, el mismo formato de bitácora para cada ocasión en que pruebo un coche.
Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Y efectivamente, suelo enfocar aún más mi atención durante los primeros momentos de manejo: me fijo mucho en el tacto de la manija al abrir la puerta del conductor, así como en el sonido y la sensación de cerrar la misma.
Ya en el interior me pongo el cinturón de seguridad y a partir de ese punto tengo ya una muy buena idea tanto de la posición de manejo como de los puntos ciegos.
Después de sentir los principales puntos de contacto (palancas, botones y pedales) puedo hacerme una muy buena idea acerca de los acabados, ensambles y materiales en el interior.
Luego de los anterior llega una de mis partes favoritas de todo el proceso: darle marcha al motor. engranar una velocidad (primera o drive), empezar a acelerar y mover el volante por primera vez (todo esto sin prisa alguna).
El nivel de enfoque dentro de mi muy particular ritual hace que los primeros metros y minutos de manejo me permitan fijar una expectativa acerca del auto.
Las sensaciones siempre están ahí, sólo hay que poner atención y disfrutarlas.
Todo lo anterior viene al caso porque a diferencia de la gran mayoría de los autos actualmente se venden, el BRZ es un buen ejemplo de lo placentero que resulta hacer mis bitácoras de pruebas, gracias a este auto fue concebido con la intención de transmitir el máximo de sensaciones posible.
Lo mejor es su excelente juego de neumáticos, la directa y obediente dirección, el carácter tan progresivo de su motor y su bajo centro de gravedad, en conjunto con su relativamente ligero peso.
Sobra decir que el hecho de ser un auto de propulsión trasera, aunado a todas las características mencionadas, hace que desde mi punto de vista este Subaru sea considerado como un auténtico unicornio de la industria.
Gasolina
B4, 2.4 litros
228 caballos
Desde $739,900
