En medio de sus vacaciones en Acapulco, Rebecca Jones se hizo un espacio para platicar sobre su vida y compartirnos algunos detalles de sus proyectos profesionales, entre los que destacan la telenovela Doña Flor y sus dos maridos, así como una serie y una obra de teatro. La señora Jones tiene poco más de 35 años de carrera, tiempo en el que ha participado en proyectos de gran importancia como El Maleficio y Cuna de Lobos, melodrama que le dio gran reconocimiento. Hoy, después de vencer el cáncer, Rebecca vive plena, con una mayor conciencia sobre la vida y un goce total de cada momento.
“Aprendí a vivir; el momento más importante, lo supe desde entonces de alguna manera, pero ahora lo confirmo, es éste, hablando contigo, es el más importante para mí, si no ves así la vida, la vida se te pasa”, comparte la señora Jones. Regresó a la televisión con Doña Flor y sus dos maridos.
¿Cómo se siente al respecto y qué le ha dado este nuevo proyecto?
La verdad fue un proyecto muy afortunado para mí en todos los sentidos. El éxito o no éxito en los trabajos que hago, me viene igual, siempre trato de alimentarme de lo que hago y éste es el caso de Doña Flor. Creo que comercialmente hablando es una historia que va a tener mucha vida, las telenovelas no se acaban cuando se acaban, es decir, dan la vuelta al mundo, regresan y van, siento que ésta le ha gustado mucho a la gente porque es un tono diferente, mucho más fresco, es un poquito un cuento, no es realismo para nada, es realismo mágico de alguna manera. Tiene todos los elementos que debe tener un bonito cuento: el amor, el odio, la pasión, el desamor, etcétera; por otra parte, me encanta que me hayan dejado explayar como actriz de comedia, pues es lo que más me gusta; es la primera vez en telenovela que se me da esa oportunidad. Y para acabar, que me haya invitado Benjamín Cann, que no solamente es un director al que admiro muchísimo, sino además es mi amigo, es increíble. También fue maravilloso para mí trabajar con actores de muchísima trayectoria, así como con gente nueva. Además es su primer proyecto después del tratamiento contra el cáncer.
¿Cambió su forma de vivir su profesión después de la enfermedad?
Podría decirse que sí porque aunque regresé a hacer una telenovela, sabemos lo que implica, son meses y meses de grabación y jornadas muy largas; la verdad es que ya no quisiera trabajar así, me gustaría bajarle a la intensidad, quisiera ser un poquito más selectiva, siempre he podido escoger mis trabajos, pero antes tenía más energía y también menos edad. Ahorita quisiera ver las cosas con más calma, porque de otra forma no me cambió el haber tenido cáncer, precisamente como actriz no siento que me haya dado; hice un papel que la gente quiere y recuerda mucho, el de Para volver amar, donde interpreté a una mujer con cáncer de mama, y si hubiera sabido eso a la hora que di vida a ese papel, otro gallo hubiera cantado; no me imaginaba lo doloroso e infernal que puede ser un tratamiento de cáncer. Lo que me sacó adelante fueron varios factores a lo largo del tratamiento, pero uno de los principales, cada vez que sentía ganas de tirar la toalla, es que todo pasa y nada dura para siempre; con eso en mente, pasé los momentos más difíciles y aquí estoy, y bien, gracias a Dios.
Usted nació en la Ciudad de México, pero parte de su vida la hizo en Estados Unidos, ¿alguna vez pensó en hacer una carrera allá?
Sí, de hecho muy jovencita hice varias audiciones en Los Ángeles, también trabajé en teatro en Nueva York, pero sinceramente no quería pasarme 10 años como venía haciéndolo en toda mi universidad y escuela de actuación: trabajando de mesera, es muy respetable, pero francamente no era mi onda, me iba a tardar mucho más. La realidad de los actores en Estados Unidos es esa, se la pasan de meseros unos 10 o 12 años hasta que alguien les eche el ojo o tengan suerte, es muy difícil. Entonces, primero extrañaba mucho México, y tenía oportunidad aquí con una tía muy famosa, importante en ese momento, que se llamaba Fernanda Villeli; ella escribió muchas telenovelas para Televisa, pero una de las más famosas es El Maleficio. Fue una escritora que tuvo muchísimo apoyo y el cariño de Ernesto Alonso, que era el productor más importante de ese momento. A mí me dieron la oportunidad de entrar al centro de capacitación de actores, primero para seguirme instruyendo, y segundo para entrar en producciones poco a poco. Tuve un apoyo brutal al comienzo de mi carrea por gente muy importante que creyó en mí. Ahora, con más de 35 años de trayectoria, es una de las actrices más respetadas del medio.
¿Qué valor tiene el reconocimiento tanto de sus colegas como del público? Una de las cosas que más aprecio al llegar donde estoy en la vida y en mi carrera, es justamente gozar del prestigio, del amor y cariño no sólo del público, que para mí es lo más importante, sino dentro del gremio; dicen que las envidias y el éxito del otro le cuestan a la gente, pero a mí no me pasa, siento mucho cariño y he hecho amistades divinas en el medio. ¿Cuál cree que es el proyecto o papel que la consagró? Tuve muchísima suerte; creo que el éxito se conforma de varias cosas: de talento, obviamente, de golpes de suerte y de mucho trabajo; de las cosas que me catapultaron y nunca olvidaré es Cuna de Lobos, mucha gente todavía me habla de ello y eso que llevo 35 años; está bien, quiere decir que es un papel icónico, y también me recuerdan mucho por mi personaje en Para volver amar. A todas las novelas que he hecho les tengo muchísimo cariño, pero esa en particular (Para volver amar) creo que le llegó bastante al público porque hablaba de cinco mujeres con diferentes problemáticas en los matrimonios, y las mujeres adoraron eso porque se planteaba con mucha seriedad y conciencia social para ayudarle a la gente. Una cosa es estar frente a la cámara y otra producir; en su caso, ¿qué experiencia le dejó ser productora? Pobrecitos de los productores, los comprendo; no me gustó, por ejemplo, hice tres películas y es muy estresante producir, prefiero mil veces estar frente a la cámara. También produje una telenovela, le fue bien, los protagonistas eran Eduardo Palomo y Angélica Rivera, se llamaba Huracán, y no me quedaron ganas de producir otra vez. Lo que sí me gusta mucho producir es teatro porque es más fácil de controlar, sobre todo si yo estoy actuando; me gusta mucho tener cierto control. En distintos momentos ha compartido su historia de vida después del cáncer.
¿Qué enseñanzas le dejó esta etapa de su vida? El cáncer me dio mucha más conciencia del regalo que es la vida diaria, que en cada segundo, aunque te duela la cabeza, perdón, pero tienes cabeza para que te duela. Leí libros que me ayudaron muchísimo; a veces piensas que es un castigo de Dios, pero el aprendizaje más claro que obtuve es que ninguna experiencia que nos suceda, e x t r a o r d i n a r i a m e n t e buena o mala, es un castigo o una recompensa. Cuando uno aprende a ver que todo viene por un ciclo de vida, que algo tiene que pasar para que te conviertas en una mejor persona, entonces las cosas no son tan pesadas y aprendes a ver lo bello.
En algunas entrevistas ha mencionado la soledad y el aprender a estar sola… Tenía ya una fortaleza en ese sentido antes de que me enfermara, pero cuando enfermé, vi la gente que tengo realmente en mi vida; mi hijo no se separó de mí, mis grandes amigos hicieron hasta un club de “Vigila a Rebecca”; a mí se me salían las lágrimas de amor por tanta gente que me cuidaba. Pero hace tiempo, cuando me divorcié y ya no tenía a mi hijo en casa, aprendí a lidiar con la soledad; muchas veces no nos damos cuenta, pero entendí que una de las joyas más grandes de la vida es aprender a estar sola contigo misma. Ahorita vine sola a mis vacaciones, no lo pienso dos veces, se me quedan viendo raro cuando entro sola, pero sí puedo y me gusta. Leí un libro que se llama Las nuevas soledades y es súper interesante cómo la gente en el mundo, a pesar de que estamos hasta el tope con las redes sociales, está cada vez más sola, no sabe lidiar con esa soledad, y cada vez hay más suicidios.
¿Cómo se encuentra actualmente? Estoy perfectamente bien, gracias a Dios; sigo con un tratamiento que no debo dejar, después de la última quimioterapia, que fue el 27 de julio del año pasado, me empezaron a dar inmunoterapia, es buena medicina porque hace que el cáncer no regrese.
¿Qué proyectos tiene en puerta? Uno del que todavía no puedo platicar, pero voy a hacer una serie, y también haré una obra de teatro con Rubén Lara, un monólogo que se va a llamar Para volver a vivir, está muy simpático, es comedia y a la gente, particularmente a las mujeres de mi edad, les va a gustar muchísimo.