Esmeralda Pimentel no sólo es una personalidad con estilo, también es muy guapa, inteligente y talentosa. Como muestra, bastó ver su trabajo interpretando a Lucía, la protagonista de El color de la pasión. Nos conocimos hace casi dos años, cuando tuve la oportunidad de tenerla en la serie Gossip Girl Acapulco, y les puedo decir que es una niña encantadora.
“Me siento la mujer más bendecida del mundo, la más, Leo. El color de la pasión fue un sueño hecho realidad, primero por haber protagonizado por primera vez en mi vida, con un elenco maravilloso, con una producción tan bien hecha a cargo de Roberto Gómez Fernández y su equipo, cuidando cada detalle; un proyecto con los mejores directores de México, encabezados por Francisco Franco; un texto sumamente original, intenso, impredecible de Cuauhtémoc Blanco, y ver que la gente, el público, la recibió muy bien desde el principio… ¿qué más puedo pedir?”.
Dice ser impredecible, amorosa e intensa, y le creo. Estelarizar una telenovela en Televisa con tan poco camino recorrido en el medio, no es algo que suceda muy a menudo: “Hice el casting un jueves, el lunes me dieron la noticia que era yo y que empezábamos a grabar el siguiente lunes.
Todo fue muy rápido, Leo. Yo no sabía a lo que me enfrentaba, pero tenía la seguridad de que era una muy buena producción. Inmediatamente me enamoré de la trama, y justo la historia fue la gran protagonista.
Me siento muy contenta, me dejó cosas maravillosas y hoy me siento mucho más segura como actriz”. Me llamó mucho la atención cuando me platicó que antes de saber que quería convertirse en la heroína de las historias, por su mente pasaron muchas otras cosas tan diferentes entre sí, que ni ella misma se lo explica, pero así pasa de pronto:
“Primero dije: ‘Cuando sea grande voy a ser monja’; me encantaba leer La Biblia, ir al catecismo; sentía una conexión muy fuerte y muy especial con Dios. Después quería ser ufóloga, me empezaron a apasionar los ovnis, investigaba mucho en Internet sobre cómo eran los extraterrestres o sobre el Área 51, jajaja. Tiempo después quería ser astronauta, y ya en la prepa dije: ‘¡Mejor quiero ser diseñadora de interiores!’, jajaja”.
Nació en Estados Unidos, pero su familia la trajo muy pequeña a nuestro país. De su infancia me compartió: “Recuerdo que siempre era un reto para mi hermano y para mí salir a jugar al jardín porque habían muchas abejas y sabíamos que nos iban a picar; fuimos cinco hermanos. Nací y crecí en El Bronx, en Nueva York, y después nos venimos a vivir a Ciudad Guzmán, Jalisco. Jugaba a las Barbies, a los coches, a las escondidas, era muy bonito. Fui buena estudiante hasta sexto de primaria, pero en la secundaria me alboroté”.
Su primer acercamiento con esta industria -la del entretenimiento- fue a través de un certamen de belleza: “Jamás me pasó por la mente estar en un concurso de ese tipo, era muy fachosa, casi siempre estaba en pants. Un día un amigo insistió mucho, y para complacerlo fui al casting de Nuestra Belleza México. Llegué literal en pants y todas las que estaban ahí iban espectacularmente guapas. Pasé la primera prueba, después me fui a la concentración de un mes en Jalisco. Al final ganó otra chava y dije: ‘¡Ok, esto definitivamente no es lo mío!’, y en eso subió Lupita Jones al escenario y dijo: ‘¡Me voy a llevar a otra chava!’, y la elegida fui yo. Me trajeron al nacional y aquí conocí el CEA, y de una clase de actuación me enamoré completamente de este mundo. Cada personaje que he hecho me confirma que tomé la mejor decisión”.
Actualmente tiene todo lo que necesita para ser feliz, o al menos eso percibí, y como buena mujer sueña con formar una familia: “En el amor estoy súper tranquila, soltera y muy feliz. Sueño con ser mamá desde muy chiquita, dedicarme a mis hijos y ser la mejor madre del mundo”.
Y con estas líneas, queridos lectores, me despido por algunos meses de este espacio. No es un adiós, es un hasta pronto. Gracias, EstiloDF, por estos casi dos años maravillosos.
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