La semana pasada comenzó la nueva telenovela Hasta el fin del mundo, te amaré, nueva producción de mi amigo Nicandro Díaz, que estoy seguro se convertirá en un nuevo éxito de Televisa, pues la historia pinta bien, y qué decir del elenco espectacular con el que cuenta.
Les comento lo anterior, queridos lectores, porque el villano de esta historia es mi estimado Julián Gil, quien interpreta a Patricio Iturbide: “Aunque yo digo, Leo, que aquí el único villano es Pedro Fernández porque él es el que llega a meterse en mi relación con Sofía Ripoll (Marjorie de Sousa). A ver, cuando te quitan lo que es tuyo, ¿qué hace uno?, ¡pues luchas a costa de lo que sea!, ¿no?, jajaja. Vengo de Colombia de personificar al bueno de una historia, y aunque me encantó el proyecto, creo que me aburrí; definitivamente con los villanos me va mejor y los disfruto más”.
Para este argentino con más de 20 años de trayectoria artística, y dicho en sus propias palabras, desde su incursión -hace seis años- en la televisora de San Ángel, su proyección se volcó de manera internacional, razón que lo tiene muy feliz: “Me siento bendecido y muy dichoso de poder ser parte de este proyecto, para mí siempre es muy especial regresar a México. He tenido la oportunidad de trabajar en 11 países, pero mi carrera cambió y fue totalmente diferente cuando llegué aquí”.
Julián se describe a sí mismo como trabajador, humilde y transparente, además de muy enamoradizo: “Soy recursi, me gusta mucho la música romántica, de apapacho. Incluso cuando voy al gimnasio -actividad que hago al menos cinco veces a la semana- siempre me inspiro con música de este tipo”.
A sus 44 años, este modelo, conductor y actor recuerda de esta manera su infancia y adolescencia: “Vengo de una familia muy humilde, con unos padres que dejaron el alma por mí y mis hermanos; crecí con unos valores fuertes y derechos. Fui muy travieso, muy niño, me encantaba jugar futbol; me acuerdo que también siempre me llamó mucho la atención todo lo que tenía que ver con el mundo del entretenimiento, desde ahí viene esta inquietud.
“Era muy buen estudiante, con una gran retención. Mi madre me decía: ‘¿Cómo es posible que saques buenas notas siempre, si nunca estudias?’. Una de las cosas que más lamenté fue tener que dejar -por un tiempo considerable- de estudiar porque fui padre a los 15 años, así que tuve que sacrificar muchas cosas en mi vida. Los padres de ambos nos apoyaron, pero me tuve que poner a trabajar desde pinche de cocina, lavaplatos, estacionando coches, vendiendo frutas en la esquina. Leo, todo lo que te puedas imaginar lo hice, pero no me arrepiento de nada, lo volvería a hacer igual. Convertirme en papá me cambió la vida por completo, lo más grande que tengo en la vida son mis dos hijos, son mi mayor motivación. Terminé la high school en sistema abierto y después entré a la universidad a estudiar Administración de Empresas, pero no la completé”.
Aunque no lo crean, Julián Gil, la personalidad con estilo de esta semana, goza de varias actividades, claro, cuando su trabajo se lo permite: “Me encanta ir al cine, ver TV, ir a comer. Lo más sencillo que te puedas imaginar, es lo que más me llena. Disfruto mucho ir al súper -voy dos o tres veces por semana-, en mi casa soy el que cocina. Tengo un lado muy doméstico y como también vengo del mundo gastronómico -hace algunos años tuvo restaurantes y la cocina es uno de sus mayores placeres-, me encanta cocinar, es de las cosas que más me relajan”.
Julián es un cuate a todo dar: amable, sencillo, educado, respetuoso y muy accesible para entablar una rica y buena conversación. Es de esas personas a las que les diría -citando la estrofa de una de sus canciones favorita, de Carlos Vives y Marc Anthony- “ojalá muy pronto nos volvamos a encontrar”.
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