Maduro, fiestero y enojón, esas son las tres palabras con las que se describe José Eduardo Derbez.
Hijo de dos figuras muy importantes de la televisión de nuestro país y quien también está labrando su camino en la industria del entretenimiento:
“Primero quería ser abogado, odiaba la pregunta ‘¿y qué vas a hacer cuando seas grande?’. Pero ya después dije: ‘Si toda mi familia se dedica a esto, ¿por qué no probar?, y en una de esas también me gusta’. Ser hijo de Victoria Ruffo y Eugenio Derbez te etiqueta, es lógico, y aunque pareciera que la tengo más fácil, pues no ha sido así”.
Queridos lectores, yo que he tenido la oportunidad de convivir tanto con Victoria como con Eugenio, les puedo decir que José Eduardo no sólo tiene mucho parecido físico con sus padres, sino que también sacó el ingenio y el sentido del humor. No están ustedes para saberlo, pero Victoria Ruffo es una de mis personas favoritas por franca, directa, pero sobre todo divertida, te puedes pasar horas platicando con ella, y con José Eduardo no es la excepción. Lo Ruffo, lo Ruffo, es innegable.
“Era muy travieso cuando estaba chiquito, sobre todo cuando acompañaba a mi mamá a los foros. Un día conseguí jabón líquido, y como no se veía, llené todo el piso afuera del camerino de Fernando Colunga; lo pisó, se resbaló y azotó; hasta rompió la puerta y se puso como loco; obviamente mi mamá me defendió. Pero en general era un niño muy tranquilo. En la primaria era muy serio, muy reservado. No recuerdo que haya sufrido bullying. Lo que sí recuerdo es que los niños en la escuela pasaban y me imitaban los personajes que mi papá hacía en la tele, pero más que tomarlo como burla, me daba gusto que les divirtiera lo que mi papá hacía. Digo, tampoco esperaba que pasaran y se pusieran a llorar como llora mi mamá en las telenovelas, jajaja”.
Me confesó que lo suyo, lo suyo, nunca fue ir bien en la escuela: “Mi mamá nunca fue muy exigente conmigo. Me decía: ‘No te preocupes, arriba de 6 es vanidad’, jajaja, ¡no, no es cierto! Pero la verdad, Leo, nunca fui bueno para la escuela y tampoco era bueno para las levantadas temprano. Terminé la preparatoria en el sistema abierto”.
Por obvias razones, el medio artístico fue algo que José Eduardo conoció muy bien desde sus primeros años de vida: “Nunca lo vi raro, lo veía muy normal y cotidiano. Empezó a pesarme cuando comenzaron a existir los paparazzis; ahí la empecé a sufrir muchísimo, obviamente por mis papás”.
Me compartió cómo es la verdadera relación que tiene con los hijos de su padre: “No hay una buena relación con mis hermanos porque los veo muy poco; somos distintos tanto de forma de pensar como de vivir, ellos tienen su vida y yo la mía; obviamente los quiero, y cuando nos vemos la pasamos muy bien, pero no somos muy afines”.
Actualmente trabaja al lado de una de sus personas favoritas, su tía Gaby Ruffo: “En la mañana con la Ruffo es un programa padrísimo de radio y televisión en Grupo Fórmula, lo disfruto muchísimo. Echamos mucho relajo, tenemos artistas invitados, especialistas, de todo; es una revista muy entretenida. Lástima que sea los sábados por la mañana, porque ya no me puedo ir de fiesta los viernes. Es mucha responsabilidad estar frente a un micrófono, pero he aprendido a ser muy cuidadoso con lo que digo”.
Luego del personaje gay que interpretó en la exitosa telenovela Qué pobres tan ricos, el público le hace comentarios: “De pronto me encuentran en algún restaurante o en el cine con mi novia y, sobre todo las señoras, se sorprenden. Se me acercan y me dicen: ‘Oye, pero ¿qué tú no eres del otro lado?’. La gente de pronto, ¡no manches, Leo!, se cree lo que ve en la tele. Pero por otro lado también me da mucho gusto porque eso quiere decir que mi trabajo estaba bien hecho”.
La entrevista completa estuvo divertidísima: reímos, cantamos y me contó muchas anécdotas que no podrás creer. Te invito a escuchar mi podcast… ¡entra ya!
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