Melissa Barrera tiene una muy corta trayectoria en el medio del espectáculo, sin embargo, le ha ido increíble, y es que su talento es innegable. Terminó su carrera de Actuación en Nueva York, regresó a México y tuvo la fortuna de entrar a La Academia, reality show de Azteca: “Le habló una tía a mi mamá para preguntarle que si alguna de su hijas no quería ir a hacer el casting de La Academia, y la verdad nadie en mi casa sabíamos qué era eso. Me platicó, fui, me quedé y mi vida cambió por completo. Si lo volviera a vivir, claro que entraría otra vez. Pero si ahorita me dijeran: ‘¡Queremos que entres a La Academia All Star!’, les diría: ‘¡Gracias, pero no, muchas gracias!’ jajaja”.
Tan sólo han pasado dos años y medio de aquel momento, y hoy día ya protagoniza Siempre tuya Acapulco, su primera telenovela: “Me han salido tíos en todo Azteca, todo mundo jura que estoy ahí por palancas, la gente siempre va a hablar. En el medio artístico las envidias y los celos son muy marcados, se desatan de una forma muy descarada, muy obvia. Me pega porque soy muy nueva en todo esto, estoy aprendiendo a lidiar con todo lo bueno y lo malo de esta industria. Me han dado muchos consejos: que tengo que aprender a no tomarlo personal, que los comentarios malos me entren por un oído y me salgan por el otro. He avanzado, pero todavía me falta mucho, Leo”.
A sus recién cumplidos 24 años, noto una Melissa madura, decidida y muy ubicada. Se considera intensa, disciplinada y segura. Creció -dice- muy feliz. Recordó algo muy particular de su infancia que llamó de inmediato mi atención porque no denota una personalidad retraída por ningún lado: “Tenía como seis años y me gustaba sentarme en las escaleras de mi casa porque justo al pie de ellas teníamos un estéreo y me gustaba poner mis casetes. Me gustaba mucho cantar y escuchar música, pero no lo hacía frente a nadie porque me daba mucha pena. Era tan penosa, Leo, que me encerraba en mi cuarto y creaba historias, y con mis muñecos de peluche actuaba, pero siempre en privado. Dedicarme a este medio lo veía como algo lejano y un gusto que se iba a quedar en sueño y no se haría realidad.
Fui muy deportista: jugué soccer, basquetbol, practiqué atletismo y gimnasia, y a los 15 años decidí empezar a buscarle por las artes. Un día me dije: ‘¡Basta, Melissa, que se te quite la pena!’, y comencé a hacer mi sueño realidad”. Melissa Barrera es una personalidad con estilo que, por lo que me cuenta y aunque tardó en darse cuenta, sabe lo que quiere: “Tenía una pandilla de puros hombres, así que yo era la princesa. Nos subíamos a los árboles, salíamos a correr o a andar en bici, me divertía muchísimo. Mis papás siempre estaban trabajando, yo creo que por eso me gusta tanto trabajar; pero además siempre estuvieron con nosotros, siempre se daban el tiempo para ir a nuestros festivales y cosas de la escuela. Como soy la mayor de cuatro mujeres, siempre fui muy consciente y más madura de mi edad, así que tenía claro que yo era el ejemplo a seguir, cuidé mucho eso. Claro que de pronto tenía mis momentos de rebeldía. Para la escuela no era niña ñoña, pero sí me gustaba. Siempre he tenido muy buena memoria, soy de esas personas que lee algo y ya no lo tengo que volver a ver porque me lo aprendo. De chiquita me gustaba mucho el inglés, y de más grande me encantaba la química. De hecho, si no hubiera sido actriz y cantante habría estudiado Ingeniería Bioquímica, me fascina todo eso”. Actualmente también protagoniza el musical Hoy no me puedo levantar: “Cuando supe de las audiciones, dije: ‘¡Quiero ser parte de eso!’.
Ha sido una experiencia bien bonita, muy diferente y muy gratificante. Ya llevamos tiempo haciéndolo, y todo parece indicar que por el éxito que hemos tenido seguiremos varios meses más. Los invito a que nos busquen y vayan al teatro, no se van a arrepentir”.
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