Tiene una risa muy característica y es buen cuate. Amable, atento y comprometido siempre con lo que hace. Mi querido Alan Estrada se considera sincero, gruñón y perfeccionista.
Jamás me hubiera imaginado que fuera de carácter complicado porque no se le nota, sin embargo, asegura que sí lo es: “Tengo muchos defectos, Leo. Soy muy gruñón y malhumorado, pero me divierte mucho mi mal humor porque tengo un humor muy negro, y cuando estoy de malas suelo ser muy simpático, jajaja. Soy perfeccionista, pero no llego a ser amargado. En mi trabajo soy exigente, pero en mi vida cotidiana soy todo lo contrario: relajado, no me gustan los conflictos o los problemas, huyo de las broncas; no soy aprensivo, pero en mi chamba sí”.
Su trayectoria artística ha ido con pasos firmes, y es que sabe lo que quiere. Tiene mucha seguridad en quién es y en lo que puede lograr, y eso lo descubrió a muy temprana edad: “Desde que tengo uso de razón quería dedicarme al arte, crecí rodeado de arte. Lo primero que me llamó la atención fue la televisión, a través de las telenovelas, pero cuando descubrí el teatro, la comedia musical y el cine, dije: ‘¡Por qué no había visto todo esto antes!’. Llegué al DF a los 18 años, vine a estudiar teatro, baile y canto. El primer trabajo en el que me pagaron fue bailando en un Teletón”.
Aunque la mayoría de las personas lo conoce, no se considera famoso; es más, aún se siente raro cuando alguien lo reconoce en la calle porque -dice- su vida es muy normal: “Soy muy penoso, muy tímido, esa timidez que algunos llaman sangronería. La fama es una consecuencia de mi trabajo, pero no es algo que haya buscado. Lo que me gusta es el acercamiento con la gente, pero para poder transformar cosas en las personas, por ejemplo cuando haces teatro y te dicen que se les movieron ciertos sentimientos. En mi casa no tengo una egoteca, todos los premios o reconocimientos que me he ganado los tengo en casa de mis papás, pero cuando paso por ahí cierro los ojos”.
La normalidad con la que transcurren sus días es muy común: “Me encanta ir al súper; para que mejor me entiendas, Leo, me sé hasta los nombres de las marcas de los cerillos. No cocino, soy pésimo. Si tengo invitados a cenar, pido algo porque de plano no se me da. Soy muy ordenado -sin ser un freakie del orden-, pero tampoco me considero bueno para hacer la limpieza. Afortunadamente tengo a Vicky, que me ayuda en todo lo que tiene que ver con las labores del hogar”.
Con 33 años, Alan Estrada es una personalidad con estilo que tiene una gran pasión por viajar, tanto que hoy día ya es un negocio muy importante llamado ‘Alan por el mundo’: “Empezó como un hobby, algo que te gusta hacer, que te apasiona y que es parte de ti; a mí viajar me transformó la vida. El primer viaje que realicé fue a los 24 años a Tailandia, a la India y a Camboya. Me fui con una amiga argentina y no llevábamos nada más que el boleto redondo del avión. Soy uno antes y otro después de ese viaje, y a partir de ahí dije que quería conocer todo el mundo. Documenté todo, grabé absolutamente todo, y mi hermano me dijo: ‘Por qué no lo compartes’. Al principio no quería porque era algo muy mío. Hoy día ya tengo una red impresionante de viajeros que me siguen, y subo dos videos de viajes a la semana”.
Actualmente, y de nueva cuenta, es uno de los protagonistas de uno de los musicales más exitosos de México: “Hoy no me puedo levantar es una obra mágica, una historia sencilla, pero muy poderosa, a la que no le puedes ser indiferente. Como dice Morris Gilbert: ‘No dejen para mañana el teatro que pueden ver hoy’. Se presenta de jueves a domingo en el Teatro Aldama, los espero”.
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