Le mandé un whatsapp para saludarlo y preguntarle: “Amigo, ¿que regresas a Televisa?, ¡dame razón!”. Lo cierto es que todo podría pasar; ofertas van y ofertas vienen, el tiempo lo dirá. Mauricio Barcelata y yo nos conocimos hace algunos años, y le agradezco mucho el hecho de que siempre su sume a mis locuras. Se considera un hombre honesto, coherente y muy terco.
“Agradezco mucho a mi mujer la paciencia que me tiene porque no tengo un carácter fácil, estoy un poco loco, soy un poco malhumorado. Me dicen mis amigos: ‘¡Tienes un carácter de la fregada, pero lo sabes disfrazar muy bien y la gente te lo cree!’. Y sí, jajaja”.
A sus 44 años -dice- se siente pleno y completo: “Estoy feliz, contento y relajado, Leo. Ser papá me volvió loco, me volvió profundamente sensible, veo las sonrisas de mis hijos y me derrito. ¡Bendita vida, cómo me está pagando! Mi familia me ha hecho el hombre más feliz del mundo”.
Recientemente terminó su relación laboral con Televisión Azteca. Queridos lectores, yo he aprendido en la vida a respetar a la gente de mi alrededor y no pretendo, ni lo haré nunca, invadir su espacio. Le pregunté las razones, y lo único que me dijo fue: “Ya cerré ese ciclo; que vengan las nuevas compañías, que vengan las viejas compañías, lo importante es aprender a cerrar ciclos y cerrarlos bien”. Además me compartió una frase que encierra el concepto de su sentir en estos momentos respecto a su profesión: “He tenido la fortuna de convivir y estar con personas muy importantes de esta industria. Un día le pregunté a Chabelo, por ejemplo, que cómo se le hacía para poder estar vigente tantos años, y me contestó algo que se me quedó muy grabado y trato de seguirlo al pie de la letra: ‘Yo solamente hago lo que amo para no tener que trabajar nunca’, y así vivo, Leo”.
En su infancia atravesó momentos duros, sobre todo por el alejamiento que tuvo su familia, pero supo cómo salir avante: “Tengo dos hermanos, crecí muy feliz. Éramos una familia muy normal, todo mundo salía temprano a trabajar o a la escuela. Sin embargo, como ahora es tan común, las familias disfuncionales resultaron de lo más normal del mundo. Te lo digo porque mis padres se divorciaron y no supe qué pasó con mi papá. Mi mamá se hizo cargo de nosotros, y nos separamos porque era una época difícil. Yo me quedé en Alvarado, mi hermano se fue a Veracruz a casa de unos tíos, y mi hermana se fue a un internado, pero a pesar de la distancia siempre hemos sido muy unidos. Mis días de escuela los recuerdo padrísimo: iba al Instituto de la Vera-Cruz, me quedaba a una calle de mi casa. Subíamos árboles, nos caíamos, patinábamos todo el día en la calle. Era un buen estudiante, fui parte de la escolta; era una escuela de monjas. Descubrí que las calificaciones nunca son tan importantes como las relaciones públicas”.
Inició en el mundo del entretenimiento desde muy chiquito: “A los 11 ó 12 años me llamaron para audicionar para un grupo coreográfico vocal de nombre Cometa. Grabamos un disco, nuestro productor era Bebu Silvetti. Me acuerdo mucho que un día nos tocó abrirle el concierto a Timbiriche, fue una locura, Leo. Terminé la secundaria, la preparatoria y estudié una carrera técnica. Soy técnico en equipo electrónico marino; vivía junto al mar, así que decidí estudiar eso porque ahí estaba el futuro, siempre fui muy enfocado en esas cosas. Un día decidí dejar todo para venir al DF para audicionar en el CEA, y me quedé. No tenía dónde vivir, viví algunos meses dentro de las instalaciones de Televisa San Ángel, jamás nunca nadie lo supo; dormía en un salón del CEA, no tenía en ese momento ni un centavo. Ya después viví un tiempo en casa de Eugenio Bartilotti, en otro momento con Roxanna Castellanos y Ana de la Reguera, viví con todo mundo. Me encanta recordar esa etapa de mi vida porque es parte de la formación. Me recuerda quién soy, de dónde vengo, me aterriza, me hace tener los pies en la tierra”.
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