Libre, rebelde y sensible, así se describe mi querida Roxanna Castellanos. Mi Rox, como muchos la llamamos, es una mujer padrísima, un ser humano excepcional. Divertida, ocurrente, carismática, noble y con un don de gente espectacular.
Siempre dispuesta, pero también muy inteligente en su actuar. Ella no se anda con rodeos y tiene buen olfato cuando de amistades se trata.
La conocí hace muchos años, cuando trabajé en el equipo de contenidos del afamado reality show Big Brother; concurso en el que resultó ganadora. Muchos años después nos reencontramos al participar juntos en el programa Hoy. Así que tenemos ya muchos ires y venires juntos.
Llegó a mi casa llena de viandas. Una botella de vino, un tarro de pasas cubiertas con chocolate, sushi, yakimeshi y una cuna de Moisés sublime, que hoy forma parte de la barra en mi cocina. Toño, quien me asiste en muchas de las labores de mi hogar, le ayudó a estacionar su camioneta. Más me tardé en recibirla y preguntarle cómo estaba, cuando me respondió: “¡Bien, muy bien!”. A mi Rox, igual que a su servidor, queridos lectores, no le para la boca. ¿Les gusta que estuvimos cerca de siete horas poniéndonos al día?
Mañana a mañana podemos escucharla al lado de Yordi Rosado en Despierta Exa. Está feliz, sin embargo, me compartió: “Leo, ya sabes cómo es esto, con sus altas y sus bajas; de repente con trabajo, de repente sin él; no sé, me considero una mujer muy cambiante en estados de ánimo porque me dejo influir mucho por las pequeñas o grandes cosas que me pasan en la vida, pero estoy bien, con salud y muy contenta”.
Para quienes nos dedicamos a la televisión es difícil expresar el sentir de no estar presentes en la pantalla, y para Rox ha sido un proceso complicado: “Extraño mucho la televisión, Leo. Soy actriz, soy comediante, trabajé como conductora durante cuatro años en el programa Hoy, pero de pronto fue el momento de tomar una decisión inteligente y renuncié. Al principio me dio mucha tristeza, pero es como cuando decidí también salirme de Otro Rollo en el mejor momento del programa. Pero uno tiene que aprender a decidir si quiere crecer o quedarse estancado. Luego de nueve años ininterrumpidos, llevo dos fuera del aire. La televisión es mágica, sé hacer muchas cosas más, pero extraño muchísimo la tele”.
Añora aquellos días en los que daba vida a personajes dentro de los melodramas, y es que muchos no se acuerdan, pero Roxanna Castellanos inició en esta industria precisamente en las telenovelas. “Uno de mis sueños es que algún productor voltee otra vez y me dé la oportunidad de mostrar mi trabajo como actriz melodramática, ahí empecé, pero ahora ya sólo me ven como comediante. Me fascina lo que hago, pero también extraño esa faceta”.
Me platicó paso a paso cómo fue que se encontró con este medio, del cual no quiere irse nunca: “Gracias a mi tía Mayté jugaba a hacer obras de teatro, aunque no fui una niña que creciera pensando en que quería cantar o ser actriz. Salí a los 16 años de la preparatoria; mi mamá me dijo que me esperara un año porque estaba muy chiquita para entrar a la universidad, yo quería entrar a la UNAM a estudiar Derecho o Psicología. En ese tiempo de descanso vi en la televisión un anuncio para entrar al CEA y fui con una amiga a hacer el casting. Al mes me llamaron, me quedé y ahí empezó todo. Cuando terminé la carrera yo andaba muy infladita porque cada semestre fui la protagonista de todas las obras de teatro que hacíamos. Entonces yo era la actriz melodramática de la escuela y decía: ‘¡Itatí Cantoral, agárrate mamacita porque ya llegué!’, y nada, Leo, jajaja. Pasé cuatro años y medio después del CEA sin encontrar trabajo, y me vino una frustración terrible”.
El trabajo de un actor, de un artista, es duro. Se necesitan temple, coraje, paciencia, preparación y muchas ganas. Ella es una personalidad con estilo que lo sabe, lo ha vivido en carne propia y le ha sabido sacar provecho a su pasión.
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