Sincera, fuerte y noble, así se considera Arleth Terán. La conozco desde hace muchos años, pues hemos coincidido en un sinnúmero de eventos o por amigos en común, pero realmente tiene muy poco que tuve la oportunidad de sentarme frente a ella para platicar. Es una chava a todo dar, de ésas a las que da gusto poder escuchar. La Negrita, como le dicen desde niña, no se anda con medias tintas, y eso me fascina.
“Desde chiquita mi mamá me decía Negrita, pero como no estoy negrita y yo nunca he tenido complejos de nada, jamás me incomodó, al contrario. Al principio me lo decía que por trabajadora, aunque luego yo digo que me lo decía por mi conciencia, jajaja”.
Empezó muy chiquita en este medio. Sin embargo, la fama no es algo que la mueva: “A veces me incomoda porque soy una mujer muy libre, y así como me pueden encontrar despampanante, también me pueden encontrar en la playa en short, chanclas y sin peinar; de pronto en este medio pareciera que uno no puede andar así por la vida, es una cadenita de cosas. No es algo que me quite el sueño esto de ser famosa, soy tan franca con la gente que si no estoy de buenas, pues no estoy de buenas y ya”.
Nació en Tamaulipas, pero creció en San Luis Potosí, y asegura venir de una familia muy unida: “Me acuerdo que tuve una infancia muy divertida. Yo tenía dos muñecos de carne y hueso que fueron mis hermanos. Yo me hacía cargo de ellos mientras mi mamá se iba a trabajar; desde checarles la tarea, jugar con ellos, bañarlos y dormirlos. También mi niñez transcurrió entre balones y bicicletas. No era de muñecas y esas cosas, más bien era guerrera. En la escuela era muy aplicada, muy viva, bastante rápida para aprender, entonces eso me daba todo el tiempo para quitarle el tiempo a mis amigas, que no eran tan abusadas como yo, jajaja. Lo que sí, siempre tuve problemas con la conducta”.
Su inteligencia y perspicacia no son de gratis, pues denota que es una mujer que le gusta aprender y crecer. Tiene muchos conocimientos empíricos: “Desde niña leo mucho, leía todo lo que me encontraba. Cuando acompañaba a mi mamá a casa de sus amigas, lo primero que buscaba siempre era algún libro o las enciclopedias; siempre fui muy curiosa para todo. He sido muy buena para el bisne, mi primer negocio fue vendiendo estampitas de rascahuele en la primaria, hasta que una maestra me lo truncó porque dejaba a las niñas sin dinero para comer a la hora del recreo. Todas llenas de estampitas y una muy llena de monedas, jajaja”.
Arleth Terán es una personalidad con mucho estilo, intuitiva y sincera. Lo suyo es la franqueza: “Soy una mujer muy segura y directa, no ando con la cola entre las patas; para mí no hay diferencias entre estatus sociales, me gusta tratar igual desde la persona que hace la limpieza hasta el jefe del lugar. Si no me gusta algo lo digo, y si me gusta lo aplaudo. No soy sobadora de hombros, en este medio se da mucho la hipocresía, y eso definitivamente no va conmigo”.
Y si hablamos de su vida en el amor: “Siempre he creído que después de un tren puede venir otro mejor. No soy tan aferrada, cuando las cosas se dan de manera natural, la pasas mejor. La vida es tan corta que hay que aprender a vivirla intensamente. Hay que saber elegir a tus compañeros de vida, hay un antes y un después cuando alguien deja huella; mi primer novio lo tuve a los 16. Digamos que respecto al amor, no me quejo”.
Sueña con “hacer una familia; considero que tengo todas las cualidades y la preparación para lograrlo. Yo no soy de las mujeres que sólo quieren traer al mundo a un hijo y ya porque se les va a ir el tren; yo sueño con construir una familia. Y también sueño con seguir haciendo camino, Leo, soy de esas personas que nunca van a poder estar en su casa esperando a que las cosas caigan del cielo”.
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