Llegó muy puntual a nuestra cita, aunque lo hice esperar algunos minutos porque venía atrasado en mi agenda, cosa que me tenía muy estresado. Nos habíamos visto antes en reuniones de conocidos en común o en el típico coctel de alguna presentación, pero en realidad jamás nos habíamos sentado a platicar. Me cayó muy bien. Descubrí en Sergio Basáñez, sin duda, una personalidad con Estilo.
Cuando le pedí que se describiera a sí mismo, me contestó: “Soy muy disciplinado, perseverante, un hombre de mucha fe”.
Algo que provocó la primera carcajada fue cuando le pregunté sobre su edad: “Leo, mi madre me lo tiene prohibidísimo porque dice que si lo digo en público de inmediato le calculan a ella su edad y me metes en un problemón (risas); esas son cosas muy fuertes para uno (más risas)”.
Me lo llevé de pronto a recordar parte de su infancia, allá en Poza Rica, Veracruz, el lugar donde nació. Vi en sus ojos un brillo especial al traer a su mente todos estos recuerdos: “De niño jugaba bote pateado, a las escondidas; me gustaba mucho andar en la avalancha, la bicicleta o los patines. Jugué mucho béisbol; vivía tantas cosas llenas de emoción fuera de casa, Leo. Me acuerdo mucho también que uno siempre tenía la puerta abierta de su casa; antes se decía que un vaso de agua no se le negaba a nadie. No te daba miedo que alguien te tocara el timbre como hoy… ¡qué triste!”.
Cuando le pregunté sobre su desempeño académico, me platicó: “En la escuela siempre fui muy bien. No era estudioso, más bien creo que era muy inteligente porque me aprendía las cosas fácilmente, no recuerdo haber tenido nunca problemas en la escuela”.
Me confesó que su primer sueño era convertirse en veterinario, pues ama a los animales: “Me gustaban mucho, mi casa parecía zoológico: tenía gallinas, conejos, perros y una iguana. Cuando era niño primero quería ser veterinario, pero después en la secundaria empecé a ver cosas de teatro, a participar en las pastorelas y me empezó a gustar mucho. A mi papá le gustaba la poesía y me metió a concursos; también me gustaba y me sigue gustando mucho cantar, así que todas esas cosas fomentaron este lado sensible de mi personalidad”.
Sin embargo, el destino le tenía preparado otro camino antes de dedicarse a la actuación, pues una injusticia que vivió de cerca lo orilló a convertirse en abogado: “La verdad es que no tenía pensado estudiar Derecho, pero un día una amiga que concursaba para un carnaval muy importante en Veracruz perdió por intereses de ciertas personas y abuso de poder, y eso me despertó el interés por las leyes, así que terminé mi carrera en la Universidad de Xalapa, Veracruz, y después comencé a trabajar de abogado en un despacho en Tampico, Tamaulipas; ahí descubrí que no era lo mío y un día renuncié y me vine a México con la idea de buscar una oportunidad para alcanzar mi sueño de ser actor; luego de varias vicisitudes entré al CEA (Centro de Educación Artística de Televisa). En mi generación estuvieron Maru Dueñas, Alejandra Procuna, Alexis Ayala, Raúl Magaña, Sergio Sendel y Juan Carlos Casasola, por mencionar algunos de los que siguen trabajando”.
El artístico es un medio a veces muy cruel, de mucha paciencia y tolerancia, y para Sergio Basáñez al principio fue muy complicado, aunque me confiesa: “Siempre he sido un hombre de mucha fe porque nunca dudé que me iba a ir bien en la actuación; nunca pensé que no iba poder alcanzar mis sueños ni siquiera un poquito, a pesar de que me quedé muchos años sin trabajo en mis inicios, porque cuando eres joven piensas que todo podría pasar más rápido, pero la mayoría de las veces no es así”.
A lo largo de nuestra charla platicamos sobre varias anécdotas, recordamos y escuchamos muchas de las canciones de sus telenovelas. Estoy seguro que te gustará escuchar la entrevista completa en mi podcast… ¡entra ya!
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