Después del emblemático MX-5, Mazda creó un vehículo que puede llegar a ser una insignia de la marca. Todo es nuevo: desde la plataforma LARGE, interiores, diseño, motor y tecnología. Y todo lo puedes tener: deportividad, elegancia, espacio y comodidad.
Empezaré con el nuevo motor turbo que podrás solicitar ya sea a gasolina o híbrido enchufable (PHEV), ambos con transmisión automática de 8 cambios. Uno de los sistemas integrados es el Kinematic Posture Control. Su función al momento de tomar una curva cerrada es mantener estable la carrocería, mejorar el agarre y permitir a los ocupantes tener una posición natural.
En cuanto al diseño, vemos una carrocería más ancha y larga, que lo posiciona como uno de los vehículos más grandes de la marca hasta ahora. Me gustan las líneas, que aunque se trata de un diseño nuevo no hacen que pierda la esencia de ser un Mazda. En la parte frontal podemos ver una parrilla medianamente grande haciendo juego con las líneas de las luces principales, además de tener las molduras en cromo. Cuenta con luces traseras casi a lo largo de toda la cajuela, lo que permite distinguir una SUV elegante y deportiva. Tiene rines de 21 pulgadas con corte en diamante, acentuados por el color en acabado negro metálico.
Pasando al habitáculo podemos notar lo amplia que es, con espacio hasta para ocho pasajeros, además de contar con materiales de alta calidad, como una técnica de costura japonesa llamada “Kakenui”. Resaltan sus acabados en madera de arce y metal cepillado tanto en tablero como en la consola central y en las puertas. Respecto a la tecnología, presenta una pantalla de info-entretenimiento a color de 12.3 pulgadas y un cluster digital.
L6 turbo, 3.3 litros
340 caballos
369 libras-pie