Los devastadores incendios que arrasan actualmente Los Ángeles y sus suburbios han desatado un torbellino de teorías conspirativas y acusaciones políticas, mientras las llamas continúan dejando a su paso destrucción y desolación.
Con al menos 16 víctimas fatales, más de 180 mil personas desplazadas y pérdidas económicas que superan los 57 mil millones de dólares, los habitantes de esta icónica ciudad buscan respuestas y culpables.
Los tres incendios principales, entre ellos el de Pacific Palisades, que dejó sin hogar a celebridades como Eugene Levy, Paris Hilton y Leighton Meester, han carbonizado 11 mil 600 hectáreas y destruido cerca de 4 mil viviendas y estructuras.
Avivados por ráfagas de viento de hasta 160 kilómetros por hora, los fuegos comenzaron en Altadena y se propagaron rápidamente, sumiendo a Los Ángeles en un escenario apocalíptico bajo cielos grises y anaranjados.
Mientras tanto, los equipos de rescate peinan los escombros en busca de desaparecidos, con el temor de que el número de muertos siga aumentando. La falta de preparación y los recortes presupuestarios son el blanco de las críticas, apuntando a las autoridades locales y estatales como responsables de la tragedia.
La política detrás del fuego
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, y el gobernador de California, Gavin Newsom, han recibido fuertes reproches por su manejo de la crisis. Bass enfrenta cuestionamientos por haber implementado recortes de 17.6 millones de dólares al Departamento de Bomberos (LAFD), mientras que Newsom firmó en 2024 recortes de 150 millones de dólares en programas de prevención de incendios forestales.
La falta de agua en los hidrantes, que obstaculizó el trabajo de los bomberos, también se ha convertido en un tema candente. Janisse Quinones, directora del Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles, confirmó que los tanques de almacenamiento en áreas afectadas estaban completamente vacíos. Este fallo ha llevado a la apertura de investigaciones para determinar las causas y posibles negligencias
Las teorías conspirativas: armas de energía, trenes y los Juegos Olímpicos 2028
En medio del caos, en las redes sociales han surgido teorías conspirativas que buscan explicar las causas de los incendios. Entre las más populares destaca la supuesta utilización de armas de energía dirigida (DEW, por sus siglas en inglés) para provocar los fuegos con fines de reconfiguración urbana.
Según los teóricos, los incendios son parte de un plan para implementar las llamadas “ciudades de 15 minutos”, diseñadas para reducir el uso de automóviles y centralizar servicios. Algunos incluso vinculan los fuegos con los Juegos Olímpicos de 2028, sugiriendo que las llamas buscan abaratar terrenos para construir infraestructura para el evento.
Otra teoría apunta a un supuesto sabotaje por parte del gobernador Newsom y el presidente Joe Biden para detener el desarrollo del tren de alta velocidad financiado por China, mientras que usuarios en redes sociales aseguran que los incendios son “ataques térmicos” destinados a debilitar la identidad nacional de California.
Un video que muestra un objeto no identificado en el cielo durante los incendios ha alimentado estas especulaciones, mientras celebridades como Mel Gibson avivan la controversia con declaraciones que cuestionan las circunstancias “convenientes” detrás de los fuegos y la falta de agua.
La verdadera raíz del problema
Lejos de las teorías conspirativas, expertos señalan que los incendios son producto de una combinación de factores humanos y naturales. El aumento en la densidad forestal de California, la acumulación de maleza seca y la falta de manejo adecuado de los bosques han creado un ambiente propicio para que las llamas se propaguen rápidamente.
Además, la infraestructura hídrica insuficiente y los recortes presupuestarios en prevención han dejado al estado vulnerable ante desastres de esta magnitud. La falta de planificación y las políticas inadecuadas, sumadas a condiciones climáticas extremas, parecen ser las verdaderas culpables de esta tragedia.
¿Qué sigue para Los Ángeles?
Mientras los habitantes de Los Ángeles intentan reconstruir sus vidas, el futuro de la ciudad pende de un hilo. Las investigaciones prometidas por Newsom y las crecientes demandas de los ciudadanos exigen cambios drásticos en la gestión de recursos y la prevención de incendios. Sin embargo, las llamas no sólo destruyen bosques y hogares, también alimentan un clima de desconfianza y polarización política que amenaza con prolongar la crisis más allá de lo material.
Los Ángeles no sólo enfrenta la tarea titánica de apagar el fuego, sino también la de sofocar las llamas de la división y las teorías que consumen la confianza de sus ciudadanos.
