Con más de 30 años de carrera, Jorge Marín (1963) es uno de los artistas figurativos más reconocidos en México. Su labor artística ha sido polifacética, lo que le ha permitido abarcar diferentes disciplinas y trabajar con diversos materiales; sin embargo, su investigación creativa lo llevó al bronce y desde entonces este metal se convirtió en su signo distintivo.
Sus obras atestiguan el movimiento de millones de mexicanos y han incorporado el arte a la vida cotidiana apoderándose del espacio público y generando un diálogo inédito entre la obra de arte y el espectador. Por ejemplo: El Vigilante, una colosal escultura a la entrada de Ecatepec, o Plaza de Alas, ubicada entre los cerros del Parque La Marquesa.
Ha participado en más de 300 exposiciones colectivas e individuales; su obra ha sido expuesta en Francia, España, Portugal, Alemania, Inglaterra, Bélgica, Hungría, Rumania, Rusia, Letonia, Noruega, Turquía y Azerbaiyán, así como en Singapur, Indonesia, China, Hong Kong, Tailandia, Kuwait, Líbano y Emiratos Árabes Unidos. También en Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Guatemala y, por supuesto, México.
Su obra Alas de México acumula miles de kilómetros en todo el mundo y se ha instalado de forma permanente en 13 ciudades de tres continentes. Además, esta obra ha sido expuesta temporalmente en más de 20 ciudades importantes de las más diversas latitudes.
Platicamos con Jorge Marín para conocer más sobre sus obras y el impacto que han generado en todo el mundo.
¿Qué estudiaste y cómo descubriste tu pasión?
Honestamente creo que mi formación como artista y como productor de arte venía desde la infancia. No es una situación que pueda delimitar temporalmente porque desde que era pequeño recuerdo que jugaba con barro y plastilina moldeando figuras. En algún momento de mi vida, como a mediados de los años 80, me di cuenta de que tenía que enfocarme un poco en algo porque me gustaba todo, pero el ‘hacer todo’ en una vida no alcanza. Entonces decidí que la escultura tenía que ser mi profesión, vocación y pasión por varias razones. La principal era que me parecía el medio en el cual me podía expresar ampliamente. Sentía mucha más empatía porque mi discurso estético se abordaba más en esta área: los 360º de una pieza, el volumen, la luz… en fin, concluí que iba más con lo que necesitaba expresar y comunicar porque, al final, un artista es un comunicador de sus propios miedos y fantasías.
El bronce es tu signo distintivo, ¿por qué este material?
El bronce tiene una historia fantástica y humanista que va ligada a la historia del hombre. Nuestros antepasados lo descubren como esta aleación que, incluso, resulta una parodia de lo que es la humanidad: es el fortalecimiento a través de la unión y la mezcla de todas las clases de metales. Gracias a ello se forma una raza o bronce universal que tiene muchísimas ventajas, más que los materiales que se componen de manera independiente, como el zinc. En este sentido, el bronce es muy rico a nivel plástico, ofrece las posibilidades técnicas para realizar figuras etéreas, volátiles y balanceadas que otros materiales no me permitirían. Además me encanta pensar que el ser humano está tan ligado al bronce. Yo creo que va más allá de un simple metal, considero que la humanidad debería ser de bronce.
¿Qué buscas generar en el espectador con tus obras, con tus cuerpos clásicos, las máscaras, las alas, las esferas etc.?
Lo que yo trato, más que transmitir, es generar una reacción en el espectador para que tenga lugar esta situación del juego de espejos en donde te ves a ti y encuentras de ti mismo características interesantes, por lo menos para entender que tienes alguna inquietud, algún miedo o algún deseo. Todo eso está ahí para interpretar. Estos elementos que tú mencionas son ideales para hacer una identificación rápida con el espectador. No es lo mismo identificarse con un cuadro abstracto con un fondo azul, que con un cuerpo humano que de inmediato reconoces como propio. El diálogo se da muy fácilmente.
Las máscaras las uso porque causan mucha inquietud y me gusta la inquietud, quitar a la gente de su zona de confort como espectador. Cuando no das toda la información de entrada, cuando sólo das algunos puntos de luz sobre la información, entonces hay muchas más posibilidades. La inquietud te lleva a reflexionar sobre ti mismo desde lo más hondo y hacerlo tuyo. Ojalá que cada quien aproveche una inquietud, porque no es por el placer de hacer sentir mal a la gente, sino por hacerla reflexionar. La geometría también lo permite: la esfera tiene un montón de connotaciones de acuerdo con cada cultura. Ha sido la imagen de Dios, como decían los europeos en la Edad Media, mientras que para los egipcios era el disco solar. Luego el cubo es lo terrenal, los cuatro puntos cardinales. En fin, con cada figura te puedes echar un tratado de la simbología o el sentido que le da la cultura. Iconográficamente son muy ricas.
No hay cultura que no haya hecho una representación de alas. Está Ícaro para los occidentales, y para los indios Garuda tiene alas –es un hombre fuerte, sano, que transporta a Shiva en sus hombros–, los fenicios tenían espíritus protectores que también eran hombres con alas y máscaras de pájaro. Más que inventar símbolos, me gusta reinterpretar los que ya ha manejado esta humanidad durante muchos miles de años, reajustarlos para hacer un lenguaje propio de cada espectador. El mío ya estuvo, ya cumplió su función cuando lo hice: fui muy feliz y satisfizo una necesidad de expresión. Pero yo le paso el balón al espectador para que él haga su propia lectura.
¿Por qué el título “Alas de México”?
La verdad es que ni siquiera tenía título antes, pero cuando vi que todo el mundo se sube a tomarse fotos, me di cuenta de que la mayoría eran mexicanos. Eran las alas de los mexicanos, tal vez sería mejor llamarlas así. Además como la doné a la Ciudad de México y al país en general ya son parte del legado cultural, del acervo de los mexicanos.
“Alas de México” acumula miles de kilómetros en todo el mundo y se ha instalado de forma permanente en 13 ciudades de tres continentes, platícanos un poco de la experiencia y de la intención de llegar a todas partes, ¿cómo nació la idea de compartirlas con el resto del mundo?
Me da mucho orgullo poder llevar algo mexicano y compartirlo con el resto del mundo. Además me permite proponer un nuevo lenguaje o dar a conocer nueva información. México sin duda tiene cosas valiosísimas que comparte al exterior y que son conocidas casi en todo el mundo: sus características culturales y sociales como nación, los grandes artistas, el folclor, las culturas que existen aquí. Pero me gusta pensar que yo llevo una propuesta nueva, que además representa a mi generación y al siglo XXI, y en ese sentido siento que hago una aportación de mi parte y de parte de mi querido país.
¿Alguna vez pensaste que ibas a lograr esto con “Alas de México”, una de tus más grandes exhibiciones?
No lo pensé, pero cuando lo experimenté, la tentación fue enorme. He descubierto los beneficios de la obra y creo que hay que trabajar mucho sobre eso porque es importante interactuar con el arte, sobre todo cuando va a un público que está en la calle y es tan diverso, ya que puedes encontrar a alguien que no tiene idea o no se ha aproximado a corrientes como la pintura o la escultura.
¿Qué encontraste después de estar presente en países como Singapur, qué fue lo más memorable de la experiencia, se darán más proyectos en países asiáticos?
Singapur es parte de un proyecto fantástico que he disfrutado muchísimo. Hicimos una primera itinerancia en Asia de una selección de lo más representativo de mi trabajo en cuanto a temática. Era obra de mediano formato para museos y galerías. La llegada a Asia fue muy sorpresiva, yo no sabía qué esperar, realmente no conocía nada del público asiático. Más bien tenía cierto prejuicio de que ellos pudieran estar muy casados con su expresión plástica o lo que fuera. Y resulta que no, estaban francamente ávidos de conocer lo que se hace en el México contemporáneo. De hecho me pedían bibliografía, nombres de artistas, medios para enterarse más de lo que está pasando en México. Tienen una idea previa de lo que es la cultura de México. Están familiarizados, pero de algún modo sí están detenidos en el tiempo; después de los grandes muralistas del siglo XX ya no saben qué está pasando ahora.
Todo ese ha sido un motor para poder trabajar participativamente en Asia, para llevar más de mi trabajo. Encontré mucho interés e invitaciones posteriores. Estamos haciendo algo importante en Singapur por segunda ocasión gracias a la invitación expresa de la ciudad. Con “Alas de México” formé parte de las celebraciones de su Independencia; se van generando lazos y te digo con mucha emoción que esos lazos se van dando por el interés de parte de los asiáticos por el arte de México.
¿Por qué exponerla en un aeropuerto?
Yo pedí que fuera una escultura interactiva. Me pareció que los aeropuertos son un punto de encuentro y de desencuentro de todas las culturas, no sólo en el caso de Singapur. Quiero aprovechar al máximo esta oportunidad para poder compartir no solamente con la población de Singapur, sino con todo el mundo asiático y el mundo entero que cruza por ese aeropuerto. Es un punto neurálgico importantísimo en el movimiento de nacionalidades, entonces quise que fuera vista por todos, usada por todos. Realmente es para usarse y espero que se siga hablando mi escultura de México.
Al convivir con una escultura te llevas una experiencia del viaje muy particular. Todo el tiempo nos están llegando fotos y comentarios a los medios electrónicos en los que estoy presente. Cumplió con su cometido de escultura interactiva. Mucha gente se sorprendió cuando veía que era de México. Si la donamos se quedaría en el aeropuerto permanentemente. Es un aeropuerto maravilloso, pues tiene una cantidad de servicios para que la estancia ahí sea más placentera, o menos estresante. También eso me gustó: la visión del aeropuerto como un lugar amable en donde la gente tiene un poco de tiempo y buscan hacérselo atractivo. Hay mucho arte de Asia, si tienes tiempo, es increíble la experiencia de ir a recorrer las obras de arte que están ahí.
¿En dónde se encuentran las alas actualmente?
Actualmente se encuentran en exhibición permanente en la Ciudad de México, Tel Aviv, Berlín, Singapur, Los Ángeles, San Antonio, Denver, San José, Quebec, Nagoya, Madrid, La Haya, Dubái.
¿Qué exposiciones podemos visitar actualmente?
Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano
Museo del Noreste, Monterrey, México
Diciembre de 2020 – junio de 2021
El escultor mexicano contemporáneo Jorge Marín participa con la intervención de una sección en la exposición “Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano”, de Fomento Cultural Banamex, que por primera vez incluye trabajo colaborativo con destacados artistas.