Para Juan Manuel Bernal participar en la cinta Obediencia perfecta, inspirada en la vida del sacerdote Marcial Maciel, el cura pederasta acusado de abuso sexual por decenas de miembros de la congregación Legionarios de Cristo, ha sido uno de los trabajos más complejos a los que se ha enfrentado en su carrera.
La película, que llegará a la pantalla el próximo 2 de mayo, se basa en el cuento homónimo escrito por Ernesto Alcocer, y narra la historia de Sacramento Santos, un joven seminarista que será guiado por el sacerdote Ángel de la Cruz en su trayecto para convertirse en religioso.
Más allá de ser un actor que solamente se para frente a una cámara, Juan Manuel es una persona cuya profesión le exige adentrarse en los abismos de la actuación, conocer a fondo sus personajes e incluso pensar como ellos, todo con el único objetivo de ser profesional.
En entrevista con EstiloDF, Juan Manuel reflexiona sobre el quehacer del actor y su responsabilidad social, además de contar cómo celebrará el próximo año tres décadas de trayectoria artística, y su visión de la muerte.
¿Crees en Dios?
Sí, creo en Dios.
¿Profesas alguna religión?
Soy católico, el escapulario que traigo no es utilería. Soy alguien que creció dentro de una familia católica que acostumbraba a ir los domingos a misa, e incluso fui parte de la Semana Santa, participaba en carros alegóricos en el pueblo de mi madre; era católico un poco más por tradición que por convicción, pero es curioso que en En plenitud actoral Obediencia perfecta, donde interpreta a un cura pederasta, le llega en gran momento estos últimos meses, después de mi pérdida, he encontrado mucha tranquilidad y paz. Una tía nos invitó a una misa con un sacerdote moderno, y nos ha servido a mí y a mi familia para acercarnos; me di cuenta que lo necesitaba y ahora voy una vez al mes en jueves.
¿A qué te refieres con un padre moderno?
Que su discurso no es anticuado; las misas a las que yo iba eran muy acartonadas, y él se para enfrente, te lee el mensaje y luego te habla en tus propias palabras; se acerca, te mira y te hace entender el discurso de la misa de manera distinta; nunca me había pasado en todos los años que llevo de católico. Ahora voy por convicción, ya no me llevan, hay una paz después de salir de ahí.
¿De niño querías entrar a un seminario o fuiste monaguillo?
No, sólo porque era güerito me escogían para estar entre los niños del Lavatorio; ni estudié en escuela religiosa, ni nada por el estilo.
¿Crees en la Iglesia como institución?
Ahí sí nos podemos meter en camisa de once varas. Por lo que te cuento, no soy alguien que en este momento pueda juzgar desde dentro a una institución. Creo que hay todo tipo de seres humanos, y a las instituciones las conforman los seres humanos.
¿Cuál fue tu máximo reto de interpretar a Ángel de la Cruz?
No juzgarlo, ése fue el máximo reto. Tratar de quitarle lo acartonado, los prejuicios, quitarle mis juicios morales a un personaje que habría que hacer tridimensional; el mayor reto era hacerlo humano, no quedarse en el estereotipo del malo ni del bueno, sino presentar a un personaje complejo.
¿Cómo lograste representar esa complejidad?
Sin juzgarlo, estudié psicopatías, psicología. Lo más fuerte era tratar de entender desde su psique, qué pasa por la cabeza de un personaje así, porque además existen todavía hoy. Estamos contando la punta del iceberg, pero abajo hay más, por eso no quisimos personalizarlo en uno solo, ese tipo de personajes es uno y todos, no hablo de toda la institución. Lo interesante para mí es tratar de entender a un personaje así.
¿Te costó trabajo salir del personaje?
Mucho. Se me dificulta salir de los personajes que más trabajo me cuesta hacer. Implica más tiempo, más dedicación, más delicadeza, esmero, cuidar todo, y lo maravilloso de este proyecto fue trabajar en equipo. Yo soy Ángel de la Cruz porque ellos me vieron como Ángel de la Cruz; si uno de esos niños no me ve así, por más que tenga la sotana, no hay manera. Me acuerdo del primer día del rodaje: era el recibimiento del líder del grupo a estos nuevos niños que llegan para ser sacerdotes, e improvisé en uno de los chiquitos que estaban hacia adelante; el director me marcó la trayectoria de la cámara y el niño se encogió, yo ya estaba en mi papel, eso hace al personaje. Ante estos personajes me desintoxico desde mis órganos hasta depurarme y ponerme en el centro, porque si no, los andaría cargando para mis siguientes proyectos.
¿Éste es uno de los papeles más difíciles de tu carrera?
Sí, así lo creo. Pero pienso que han ido llegando conforme avanzo en edad y en madurez; soy justo el tipo de actor que quería ser cuando decidí dedicarme a esto, empiezo a ser el actor que anhelaba ser y eso me parece un gran logro, una recompensa a 29 años de carrera, a muchos años de responsabilidad, de profesionalismo y de pasión por lo que hago.
¿Qué te hizo cuestionar este personaje?
Que el abuso no nada más es sexual, ni de poder, sino en todas sus ramas sobre el ser humano; como todos siendo del mismo género, de la misma raza, existen estos seres humanos, y uno como actor se pone a prueba y saca lo mejor y lo peor de ti que necesita el personaje.
¿Por qué dijiste que sí a este proyecto?
Los personajes que más miedo me dan son los que más me desafían; el miedo hay que enfrentarlo porque te posee de dos maneras: o te paraliza o te moviliza, y entonces me dio tanto miedo y me dije: “O te mueves o te quedas”… porque primero lo busqué, no llegó a mí, me llegó otro personaje de la película. Le dije al director: “Yo quiero hacer a Ángel de la Cruz”. Me dijo que no, luego lo pensó bien, me hizo una prueba y me dijo: “Te ves bien”, entonces dije: “No, ya me dio miedo”. Me insistió y le pedí tiempo para analizarlo. Lo medité el fin de semana, le pedí una señal a Dios y me la dio a través de una nota de Julio Hernández en “Astillero” de La Jornada: “Cura pederasta abusó de 45 niños indígenas en Oaxaca”, ésa fue la señal.
¿Como actor tienes responsabilidad social?
Siempre he tenido esa responsabilidad social, he sido siempre ese tipo de actor. Los trabajos que he hecho, el teatro, el cine, la tele, van en ese sentido. En mi trabajo como actor va implícita mi labor social, la cual no siempre la puedo ejercer porque hay otros compromisos, pero ése es el tipo de actor que me gusta ser.
Recientemente terminaste la obra Antes te gustaba la lluvia, ¿tienes planes para teatro?
Ahorita voy a acompañar la película y no tomar nada, hay unos proyectos que todavía no se concretan, no sé qué sigue.
Jorge Fons, Carlos Bolado y Fernando Sariñana te han dirigido ¿con quién más te gustaría trabajar?
Eimbcke me gusta mucho, también Ernesto Contreras, Rodrigo Plá; tengo ganas de volver a trabajar con Fons, con Sariñana, repetiría con Bolado. De las nuevas generaciones me gusta Naranjo, y en particular los últimos trabajos que he visto han sido de mujeres mexicanas como Natalia Beristáin, Claudia Sainte- Luce, Catalina Aguilar Mastretta; me encanta lo que hace Mariana Chenillo… espero que alguno lea esta entrevista y me tome en cuenta.
¿Qué influye para que aceptes trabajar en algún proyecto?
Que no me duerma en la primera lectura, que el personaje me aterre, me dé miedo; para mí es la mejor manera de decir que algo me va a provocar hacer un trabajo extraordinario.
¿Has dicho que no a algún proyecto?
Acabo de dejar ir un proyecto brutal, me implicaba un reto muy fuerte hacer ese personaje, pero ahí tienen que ver intereses de las empresas, no míos, no es que yo no quisiera el personaje. Hay varios proyectos que he dejado ir, no sólo es un personaje que me prenda, sino qué voy a contar, la historia; tiene que ver con quién haces equipo y debo admirar al director, porque el actor es pieza fundamental, pero al final es el ojo del director desde afuera.
¿Te gusta ser héroe o villano?
No tengo predilección por alguna categoría en especial, me gustan los buenos personajes. Estoy cumpliendo 29 de carrera y el año que viene celebraré los 30 en grande; no una fiesta como la de Maciel cuando lo nombraron ejemplo de la juventud, va a ser un montaje con la obra que siempre he querido hacer, estoy justo en la edad para entender a uno de los personajes de la literatura universal
¿Quién es?
Les puedo dar ideas y me las roban, pero es un Shakespeare.
¿Te agradaría dirigir?
Sí, ya dirigí un musical en el Tec de Monterrey hace muchos años en Guadalajara. Me quedé con las ganas de seguir dirigiendo y creo que en algún momento lo voy a hacer, más pronto que tarde.
¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha dejado la actuación?
Mi mayor satisfacción como actor es cuando veo a un público de pie conmovido con mi trabajo. Una persona vio Antes te gustaba la lluvia y me dijo que la obra le ayudó a reflexionar para cambiar su vida; ése es mi mejor regalo. Me gusta que mi trabajo como actor no solamente cumpla con contar una historia, sino que remueva; he tenido la satisfacción de ver a la gente llorar y agradecer.
¿Has pensado en el final de tu carrera o de tu vida?
Últimamente la muerte ha estado más cerca de mi vida. Hace poco tuve una de las pérdidas más fuertes, y evidentemente te cuestionas. No sé cómo va a ser, pero sé que va a ser. Lo que me reconforta muchísimo es que sé quién va a estar del otro lado y con eso vencí mis miedos. Después de la lección de vida de mis padres, a quienes les dedico esta película, y de la lección de vida que tuvieron al enfrentar la muerte, me obliga a confrontarme con eso y a decir: “Ya no le tengo miedo a nada”. Después de verlos luchar a ellos, no me puedo quedar atrás.
CUESTIÓN DE ESTILO
Nombre: Juan Manuel Bernal.
Fecha de nacimiento: 22 de diciembre de 1967.
Lugar de nacimiento: Ciudad de México.
Cine: Cuatro lunas, Más allá del muro, Asalto al cine, Tlatelolco, Chicogrande, Cansada de besar sapos, Sin ton ni Sonia, Cilantro y perejil, Alta tensión, El callejón de los milagros, Hasta morir.
Teatro: Antes te gustaba la lluvia, Rock n’ Roll, El teniente o lo que el gato se llevó, Pop Corn, La flor amenazada.
Televisión: Vivir a destiempo, Bajo el alma, La heredera, Secretos del alma, Mirada de mujer: el regreso, La calle de las novias, Te sigo amando, Más allá del puente, Alondra.