Hace unos años, una amiga me pidió una recomendación. Claramente ella deseaba una SUV, «pero que no fuera grande, ¡por favor!». Le di varias opciones y terminó eligiendo una Jeep Compass.
Tiempo después le pregunté sobre su vehículo. Ella contestó: «Me encanta mi camioneta, pero ¡gasta mucha gasolina!». Como ella era reportera de Formula 1 (aún sigue involucrada, aunque en menor medida), estuve a punto de decirle: «¡Pues no le pises tanto!», pero me quedé callado y al día de hoy siento un poco de remordimiento por ese tema del consumo.
Quizá te preguntes: «Pero Rodrigo, ¿esto qué tiene que ver?». Verás, a diferencia de hace unos años, cuando Jeep sólo ofrecía una sola motorización para este modelo, actualmente la marca ya cuenta con dos: 2.0 y 1.3 litros turbo.
A toro pasado, pienso que este último, que es más pequeño y, por ende, menos sediento, hubiera sido perfecto para ella.
Regresando al tema principal, la Jeep Compass ya está disponible con dos motorizaciones: 180 y 200 caballos, ambas con caja automática, aunque la primera tiene seis velocidades, mientras que la más potente goza de ocho relaciones y un sistema de tracción AWD. Las credenciales Jeep no podían faltar. Aunque la estética es un aspecto subjetivo, honestamente me atrevo a decir que esta Jeep se ve muy bien.
Por dentro, la Compass ofrece un sistema de info-entretenimiento muy completo gracias a su pantalla central de poco más de 10 pulgadas, junto a otra de tamaño similar, pero ubicada detrás de volante a modo de cuadro de instrumentos digital.
Ya les contaré a detalle acerca de sus acabados, ensambles y materiales después de manejarla, algo que planeo hacer dentro de poco.
Regresando a la anécdota de inicio y tomando en cuenta que sin duda ella ama la velocidad, quizá de todos modos mi amiga hubiera elegido la Compass con motor de 200 caballos. Le preguntaré cuando la vea de nuevo.
Gasolina
1.3 o 2.0 litros turbo
180 o 200 caballos
Desde $659,900