El exfutbolista Gerard Piqué, quien alguna vez se mostró imperturbable ante los reflectores y las polémicas, rompió en llanto este viernes en los juzgados de Majadahonda. El empresario y exjugador del FC Barcelona declaró como investigado por su papel en la negociación que llevó la Supercopa de España a Arabia Saudí, un acuerdo que benefició a su empresa, Kosmos, con una comisión de 24 millones de euros en seis años.

Pero lo que más llamó la atención no fue sólo su testimonio, sino el momento inesperado que protagonizó al final de la audiencia. Piqué, quien en el pasado supo mantener la compostura en medio de escándalos mediáticos, no pudo contener las lágrimas cuando le confesó a la jueza que el caso ha afectado gravemente su reputación y que está sufriendo mucho.

El contraste es inevitable: ni en su mediática separación de Shakira, marcada por rumores, canciones virales y especulaciones sobre infidelidades, se le vio derrumbarse de esta manera en público. El hombre que desafió la tormenta de su divorcio con aparente indiferencia ahora se quiebra en un juzgado, enfrentando el escrutinio por su rol en un contrato millonario con la Federación Española de Fútbol y el gobierno saudí.

El caso que persigue a Piqué
La comparecencia de Piqué se dio en el marco de la investigación judicial sobre las negociaciones que llevaron la Supercopa a Arabia en 2019. La Guardia Civil señala que Kosmos, su empresa, tuvo un papel clave en el acuerdo, actuando como intermediario y asegurándose una comisión del 10% sobre el monto total. Piqué defendió la legalidad del contrato, argumentando que sin su intervención el torneo no habría encontrado sede fuera de España.

Según la investigación, su papel fue más allá de una simple intermediación: documentos recientes sugieren que la Real Federación Española de Futbol (RFEF) se reservó el derecho de rescindir el contrato si la empresa saudí Sela no pagaba a Kosmos, un detalle que ha levantado sospechas sobre posibles irregularidades. La jueza busca determinar si hubo corrupción en la negociación y si el acuerdo se cerró en condiciones legales.

Piqué llegó puntual al tribunal, vistiendo traje y en completo silencio ante la prensa. En su declaración mantuvo una postura firme, defendiendo el acuerdo y su papel en la negociación. “En cualquier otro país me hubieran puesto una estatua”, llegó a afirmar, según testigos en la sala.

Sin embargo, al final de su intervención la coraza se rompió. “Estoy sufriendo mucho”, le dijo a la jueza antes de soltar las lágrimas. Un giro inesperado para quien ha construido una imagen de seguridad, incluso en sus momentos más polémicos.

Mientras su expareja, Shakira, capitalizaba su ruptura con éxitos musicales y un regreso triunfal a los escenarios, Piqué había intentado proyectar normalidad con una nueva relación, su vida empresarial y su rol como padre. Pero el futbol no es su única batalla pendiente. Ahora enfrenta un proceso judicial que podría poner en jaque su legado más allá de las canchas.

El hombre que no lloró ante la tormenta mediática de su divorcio lo ha hecho ahora, en un juzgado. Un signo de que esta vez la presión pesa más.
