A cinco horas al sur de Lima, en Perú, se encuentra Huacachina, un oasis en medio del desierto.
Esta laguna verde esmeralda, rodeada por palmeras y dunas gigantes de arena, ha ganado notoriedad por su singular ubicación y belleza.
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En los años cuarenta se convirtió en un popular spa para la gente más adinerada de Lima, ya que se creía que sus aguas tenían poderes curativos. Varios hoteles de lujo, calles y banquetas fueron construidos por la demanda turística, sin embargo, años más tarde comenzó la decadencia del lugar.
Afortunadamente, en la década de los noventa, un inversionista tuvo la idea de ofrecer tours para explorar las dunas gigantes en vehícuos conocidos como «buggies», actividad que se volvió extremadamente popular, pues además de la adrenalina, Huacachina también saciaba la sed de quienes buscaban naturaleza y paisajes distintos.
Poco a poco, el lugar fue recobrando vida, y es que es uno de los destinos favoritos de los jóvenes peruanos, ya que pueden practicar el sandboarding.
Actualmente, Huacachina se ha convertido en una importante atracción turística para gente de todas las edades y estratos sociales, que quiere escapar de la aglomeración citadina y prefiere la calma.
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