Una actriz que no tiene límites.
“¿Qué pasa con la moda en México?”, escuché decir a Edith González la última vez que platiqué con ella, mientras sus ojos del color del tiempo abofeteaban la pantalla que proyectaba una pasarela con la última colección de Dolce & Gabbana. Ahora entiendo su expresión, cuando del otro lado de la línea confiesa que en México estamos adoptando una tendencia gringa al vestir.
“Me gusta marcar mi propia tendencia (…) Nunca me verás con algo neón, por más que esté en tendencia”, dice y deja claro que a pesar de tener 51 años conserva un espíritu joven, ése que entró en contacto con el mundo del espectáculo a corta edad y hasta hoy le ha permitido rebasar sus límites profesionales al realizar el mayor atrevimiento de su carrera en la cinta El deseo, junto a Paulina Gaitán. Además, le ha enseñado a percibir que ella es más que un color de cabello y un estereotipo de mujer rubia, pues recientemente concluyó su papel protagónico en Las Bravo, y hoy se planea su nueva faceta como productora de una serie masculina.
La moda, su aprendizaje en Las Bravo, su pasión por el ballet, el estereotipo de ser rubia, el Ice Bucket Challenge, la vigencia de ser actriz en México, su labor social como actriz, así como su nueva faceta como productora, son algunos de los temas que tuvimos oportunidad de hablar en EstiloDF con la elegante actriz.
Recientemente concluyó la telenovela Las Bravo, ¿qué aprendizaje te dejó?
Muchas cosas, al final fue un proyecto que habló de la importancia de trabajar y salir adelante, con armas buenas y blancas. Todos hemos pasado por algún momento económico duro, como pagar la hipoteca de tu hogar; todos nos hemos identificado con ello, y la única solución es trabajar, inventar una empresa y autoemplearse; ése fue el aprendizaje que me dejó la telenovela. Además abordó el amor en familia y el saber convivir y reconocer que hay gente con la que sanguíneamente no tienes relación, pero aun así está para apoyarte. Eso no lo había visto ni detectado, y menos en un centro nocturno.
Aquí se demostró que puedes unirte con gente y juntos salir adelante, con amor, aunque no sean de tu familia. ¿Atribuyes ese rating a los matices divertidos que maneja la telenovela?
Lo que tiene la novela son personajes divertidos. Y sí, sin hacernos los graciosos hay situaciones simpáticas que le dan un toque especial; sin embargo, el hecho de estar con un grupo de actores como Mauricio Islas, Saúl Lisazo, Carolina Miranda, Carla Carrillo y Paulette Hernández, entre otros, es algo cálido y bonito. Desde que entré a Azteca los equipos son tranquilos, eso es lo que más disfruto. Pienso que estar sin presión te ayuda a crear más las cosas. Para que algo sea éxito se debe construir desde adentro.
¿Existe alguna diferencia entre la telenovela que busca únicamente vender y aquella que aporta algo a la sociedad?
Toda telenovela es un cuento, tiene una conclusión y una moraleja. Siempre gana el bueno o pierde el malo; algunas son más complejas que otras, pero de eso se tratan las fábulas: cuentan cómo, a través del bien, el mal va ganando, para finalmente ser vencido.
¿Por qué decides emprender un nuevo proyecto como productora y no como actriz?
Pues sí, efectivamente, estoy en un nuevo proyecto como productora, a la espera de que todo marche bien. Me tengo que poner las pilas para sacar los productos y poder levantar varias cosas. También tengo por ahí cuestiones de teatro que me interesa hacer; me han llegado propuestas de teatro que la verdad ahorita no me han interesado. Estoy en un momento de mi vida en que quiero hacer algo donde yo pueda darle más al público, simplemente ahorita estoy para recibir una propuesta que signifique y quiera hacer, porque si no significa, sinceramente no me interesaría. Así que es momento de enfrentar nuevos retos y encontrar cosas significativas.
¿Te gusta lo que se hace actualmente en televisión, es cierto que tu proyecto como productora se enfoca a los hombres?
No puedo adelantar mucho, y mira que ya es demasiado que haya dicho que tengo un proyecto. Sólo puedo decir que ayudará a ver cómo es el hombre de hoy, porque en México las series han estado más enfocadas en la onda femenina o de plano se van hacia el narcotráfico o la violencia, y el hombre como tal tiene muchas más cosas que ofrecer; el hombre común, el que trabaja, el que pelea por el pan de cada día, ése tiene bastante que decir, más allá de lo que nos presenta la televisión, porque no todo es narco, como sociedad somos mucho más.
Edith, eres una artista de 50 años y con muchos proyectos, ¿hasta qué edad se está permitido ser actriz, existe discriminación como en otras profesiones?
Sí hay discriminación, pero no en la carrera actoral, me parece que el enfoque es distinto en la actuación. A partir de los 60 cuesta conseguir trabajo como oficinista o contador, pero en México siendo actor es muy sencillo ejercerlo, incluso en Hollywood ha cambiado mucho la situación, ahora los 40 son los 30, todo depende de cómo te sientas, hay jóvenes de 60 años y viejos de 20.
¿Y cómo vive Edith para no sentirse limitada por la edad?
Pues el toque fresco lo tienes tú en la actitud; si te sientes viejo a los 20, estás mal. Debes tener presente tu edad, pero con plenitud y sabiduría de que conforme avanza el tiempo estás para dar más. Si te sientes limitado, así será tu trabajo; en cambio, si te sientes rey del mundo no hay fronteras, ése es el punto, sentir que no hay fronteras.
Dejaste a muchos con ganas de verte bailar pole dance en Las Bravo, como lo hizo Lambda, ¿disfrutas vender fantasías y sueños al público?
Como actriz es un sueño, somos deseos y fantasía. Vender fantasías es lo divertido de ser actor, el saber que uno no es algo fijo. En mi casa yo soy Edith González Fuentes, pero saliendo a la calle soy lo que cada quien quiera. Para algunas personas soy algo fantástico, pero para otras nada fantástico; puede ser simpático o doloroso, pero difícilmente alguien me va a ver como lo que soy, y es divertido.
En la última película en la que participaste vendiste más que deseo y fantasías junto a Paulina Gaitán, ¿es lo más atrevido que has hecho en tu carrera?
Sí, lo más atrevido lo hice con Paulina Gaitán, y de hecho lo hizo ella, la joven que tan sólo tenía 16 años. Fueron escenas atrevidas y difíciles, es una lección de vida; un actor es un actor, y siempre será eso, interpretas algo, alguien y sentimientos vivos. En la película lo que hice fue interpretar a alguien que busca un alma gemela, sin estereotipos ni arquetipos. Era una simple chava a la que le gustaban las chavas, punto. No había más y ése fue un gran acierto de la película: no estereotipar y simplemente mostrar la búsqueda de uno mismo.
¿Y qué hay con el estereotipo de la mujer rubia, representa un problema en tus personajes?
El problema no está en ser rubia, sino en que me han puesto cabello oscuro, algo que no harían en otro país, quizás allá sí respetarían mi color de cabello. En esto tienes dos formas de hacer personajes: cambiando todo el tiempo o quedándote igual. A los 13 años decidieron que tenía que mudar a pelo negro, lo cual es un crimen cuando eres menor de edad; hoy no lo hubieran permitido, pero en ese entonces no se respetaban los derechos de los niños. Y desde entonces me tocó ser el tipo de actriz que cambia y cambia, lo cual fue un acierto sin querer. Fue una injusticia porque era muy joven, pero al mismo tiempo eso me abrió las puertas para darme cuenta que soy más que mi color de cabello. Suena muy atrevido, pero no lo es, simplemente estoy dispuesta a hacer lo que crea conveniente para mi carrera y persona, es sólo un color que tiene que ver con lo que quieres proyectar.
¿Es cierto que retomaste las clases de ballet?
Sí, estoy contenta, es una disciplina bastante rigurosa. Me gustan las cosas que llegan a ser tan demandantes y me exigen mucho, donde puedes, con base en tu propia espiritualidad e intelecto, controlar partes muy sutiles que no son como un bloque y que no vienen en conjunto, sino que se conforman de pequeñas partes, eso es lo que hace el ballet. Si colocas tus pies mal y no estás centrada, tu equilibrio estará incorrecto, o si la cabeza no está inclinada de la forma que debe ser, entonces la elegancia del movimiento pierde estética. Lo que aporta el ballet es impresionante, te hace explorar músculo por músculo, parte por parte del cuerpo.
¿Existe otra actividad física que realices?
¡No, bueno, corazón, hacer ballet es demasiado! Con una hora y media de ballet tienes para quedar exhausta. Es mucho esfuerzo y un nivel de concentración cañón, con eso tengo para mantenerme.
Por otro lado, ¿cómo ves la moda en México?
En este momento me considero rendida admiradora de los diseñadores mexicanos, estoy viendo cosas padrísimas, gente que no conocía y otra que sí, como el caso de una vieja amiga, Tanya Moss, o Carla Fernández. Es padre entender las telas porque eso necesita cierto nivel de conocimiento, así como comprender los colores de nuestros ancestros, transformarlos, retomarlos, rediseñarlos, hacerlos modernos y jóvenes para volver a mostrarlos al público, para que nuestras prendas se vean padrísimas y nos veamos súper trendy. Estoy fascinada con lo que hay hoy en día, veo mucha onda y profundidad. Se están haciendo cosas que hablan de quiénes somos los mexicanos, pero la gente a veces se va por lo gringo.
¿Cómo es el estilo de Edith?
Mi estilo es práctico, soy mamá y tengo que estar cómoda. Generalmente me visto a las seis de la mañana, que salgo de mi casa, y debo estar vestida para lo que se ofrezca el resto del día. Procuro siempre ir en contra de la moda del momento, el rollo de los tenis y los pants se me hace que no es para mí, me gusta estar con más elegancia. Antes me vestía siempre de pants, cuando todas se vestían padre; ahora me visto distinto, me gusta ir en contra. Me agrada marcar mi propia tendencia con cosas elegantes, que tienen personalidad, sin caer en lo súper fashion. Nunca me verás con algo neón, por más que esté en tendencia, yo soy yo y me gusta que la ropa hable de mí. Soy clásica, con toque sensual. Amo que el diseño sea bonito y tenga elegancia. México antes era más elegante, y siento que poco a poco estamos adoptando una moda más gringa.
Platícanos de No más caritas rojas…
Es una iniciativa que busca concientizar a las personas sobre la rosácea, una enfermedad crónica que se caracteriza principalmente por el enrojecimiento de la piel en la zona facial, es una enfermedad degenerativa que afecta a muchas personas en México.
La rosácea es una enfermedad degenerativa como la de la campaña Ice Bucket Challenge, ¿realmente existen tantos casos de esclerosis lateral amiotrófica como para desperdiciar agua?
Gracias por preguntar. El Ice Bucket Challenge fue una campaña que se originó por la necesidad, pero realmente cuántos enfermos hay en México, dos mil o tres mil, una cifra menor a la gente que tiene rosácea, que tan sólo en México es de más de un millón. ¡Vaya que se vieron muy listos en hacer una campaña de esa manera de una enfermedad que es terrible y durísima, pero afecta a tres mil personas! Nosotros tenemos a más de 100 mil enfermos y no queremos ser moda “informando” de qué se trata la enfermedad, más bien queremos que ayuda. Es la primera vez que participo en una campaña de un laboratorio que encuentra un medicamento para este padecimiento, y lo que buscan no es que la gente se entere propiamente de la enfermedad, sino que realmente esté consciente de que el órgano más grande del cuerpo es la piel. Nunca me había enfrentado a una compañía que le importa el bienestar de la gente, pocas campañas he visto con esa profundidad.
Entonces, ¿la labor social es una responsabilidad más del actor?
Ser actor lleva una gran responsabilidad; tú llegas, te presentas y eres la voz de una campaña social, y si participas en una novela como Las Bravo, donde la gente se identifica y te felicita, debes saber cómo llevar esa información.
La gente no te conoce a fondo, te conoce por lo que has hecho en tu trabajo. La vida de la gente no depende de un actor y, sin embargo, te quieren generalmente y te ven como un líder.
Quiero que la gente lea más y pase más tiempo en familia. Siempre voy a cualquier lugar donde me pidan leer, este proyecto lleva años con Andrés Torres y ha ido cambiando de nombre, actualmente se llama Leo, luego existo.
CUESTIÓN DE ESTILO
Nombre: Edith González Fuentes.
Lugar de nacimiento: Monterrey, Nuevo León.
Fecha de nacimiento: 10 de diciembre de 1964.
Televisión: Las Bravo, Deseo, Vivir a destiempo, A corazón abierto, Cielo rojo, Camaleones, Doña Bárbara, Palabra de mujer, Mundo de fieras, Mujer de madera, Salomé, Corazón Salvaje, Los ricos también lloran, Mi primer amor, Lucía sombra, Ambición, El edificio de enfrente, Señorita Justice, Los cómplices del infierno, El descuartizador, Cyclone, Alucarda, la hija de las tinieblas, Mujeres asesinas.
Dato curioso: En 1993 protagonizó la exitosa telenovela Corazón salvaje, al lado del ya fallecido actor mexicano Eduardo Palomo. Sus personajes de Mónica de Altamira y Juan del Diablo enamoraron a los televidentes. Ésta ha sido una de las telenovelas más importantes en su vida.
FRASES
“Debes tener presente tu edad, pero con plenitud y sabiduría de que conforme avanza el tiempo estás para dar más. Si te sientes limitado, así será tu trabajo; en cambio, si te sientes rey del mundo no hay fronteras…”
“Como actriz es un sueño, somos deseos y fantasía. Vender fantasías es lo divertido de ser actor, el saber que uno no es algo fijo. En mi casa yo soy Edith González Fuentes, pero saliendo a la calle soy lo que cada quien quiera”, “Yo soy yo y me gusta que la ropa hable de mí. Soy clásica, con toque sensual. Amo que el diseño sea bonito y tenga elegancia”