Camila Solórzano fue diagnosticada a los 3 años con alopecia areata, una enfermedad que no distingue edad ni raza y que se manifiesta con la caída definitiva del cabello en zonas circulares.
Recuerda que entonces los doctores le pedían no estresarse, aunque para una pequeña de esa edad era una frase incomprensible. Su padecimiento puede aparecer por una falla en el sistema inmune, y así como inicia en una zona puede abarcar otras y superponerse, de manera que los folículos pilosos dejan de funcionar.
La niñez y la adolescencia las vivió de esta manera, escuchando cuchicheos entre quienes la veían, con inyecciones de cortisona, hormonas tomadas y tratando de tapar el “problema”.
“Creo que mi mayor miedo en la vida era decir que tenía alopecia, a veces al nadar me mojaba el cabello y se me notaba mucho más, creemos que podemos ignorar el problema y que así va a pasar, pero no sucedió”, cuenta.
La joven de 1.64 metros, ojos cafés, complexión delgada y que ahora tiene 26 años, decidió entonces raparse y enfrentar su look. “La primera vez que me rapé y me vi al espejo me reconocí, me sentí bien y me gusté a mí misma”.
Las puertas se abrieron entonces para Camila, quien fue reclutada por la agencia de modelos Queta Rojas, donde su lookbook es precisamente sin cabello. “Había amado a otros, pero no a mí”, es el contundente mensaje con el que se presenta en redes sociales.
Camila asegura que no contempló cuántas oportunidades tendría después de enfrentar su miedo a aparecer a rape, incluso cuenta en sus redes sociales que no se trató sólo de cortarse el cabello, sino de unirse con otras mujeres que viven lo mismo, como cuando en un bar se le acercó otra chica, se quitó su peluca y le pidió una foto porque ambas tienen alopecia.
“La simple y única razón por la cual comparto mi historia es para inspirar a las personas a ser quien son sin miedo ni ansiedad… no ha sido fácil, el exponerme siempre fue un tema, aun así estoy dispuesta a hacerlo mientras mi historia sea una herramienta para que salgas de ese vacío tan grande como en el que yo estaba. Nunca pararé de agradecer”.