Hanna Jazmín Jaff Bosdet se hizo conocida por participar en el reality Made in México, de Netflix, que retrataba el día a día de los más acaudalados del país.
Años después fue precisamente el tema del romance el que la trajo de vuelta a la luz pública, ya que la nacida el 4 de noviembre de 1986 se convertiría en la primera mexicana en formar parte de la aristocracia inglesa, lo cual finalmente no sucederá luego de que se diera a conocer que ella sufrió de racismo e intento de robo por parte de su familia política.
La historia de Hanna Jaff es más que verdadera. Sus ancestros también son nobles, ya que su apellido paterno es de origen kurdo, de la tribu Jaff, descendiente de Pashas y Visires del imperio otomano. Su hogar ancestral es el Castillo de Sherwana. Por su mamá tiene sangre francesa, es bisnieta de Carlos Henry Bosdet, quien ella misma cuenta en su página web instaló el primer teléfono en México durante el mandato de Porfirio Díaz.
Hanna es graduada en Psicología, con especialidades en Justicia Penal y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de California, donde realmente nació, aunque tiene la nacionalidad mexicana por parte de su madre y por crecer en Tijuana. También hizo una maestría en Artes en la Universidad de Harvard.
La también filántropa tiene su Fundación Jaff por la Educación, con la que beneficia a migrantes para que aprendan inglés, y en su momento dijo que no quería ganar fama, sino alcance para ayudar cada vez a más personas.
¿Y él quién es? Un socialité de 34 años es descendiente de Enrique VII, quien fue rey de Inglaterra y Señor de Irlanda. Es hijo de Lord Teynham David Roper-Curzon, quien a su vez es primo de la duquesa de York, Sarah Fergurson, madre de las princesas Beatriz y Eugenia, primas hermanas de los hijos de Lady Di y futuros herederos al trono inglés.
La pareja se conoció en 2019 y fue cuatro meses después que, en los Alpes Suizos, él le entregó el anillo de compromiso. Ella asegura que el lugar no le gustaba mucho, “no quería ir porque había hielo y estaba muy empinado para mi gusto. Pero por alguna razón, todos me insistían”. Su camino fue lleno de quejas, hasta que recibió la sorpresa de la sortija y se disculpó ante quien se convirtió en su prometido.
De ahí surgieron los preparativos para la boda, pero llegó la pandemia y los planes cambiaron un poco. De entrada, la boda civil que duraría tres días en Pylewell Park, residencia oficial del novio, y que también tendría una íntima recepción en el Palacio de Westminster, que aloja al Big Ben, se cambió a una ceremonia privada de la que sólo compartieron una foto.
La boda religiosa estaba planeada para este mes de julio en la Ciudad de México y con invitación a 400 personas. Fue durante mayo que Hanna incluso tuvo un amplio reportaje en la revista Vogue, donde dio cuenta de sus vestidos de novia, uno de Elie Saab, hecho especialmente para ella, y otro más para el que eligió el trabajo de dos mexicanos.
Iann Dey, marca fundada por Iván Gallegos y David Márquez, fue elegida por la activista y filántropa para el ajuar de impacto con el que daría el sí en la iglesia. En el taller de León, Guanajuato, hablaron una y otra vez de los detalles, de la estética ultrafemenina y sensual que buscaba.
La prenda se divide en dos piezas, primero un corte princesa y una sobrefalda de cinco metros. Las telas fueron traídas de Estambul con guías estructurales, y sobre ella dedicaron siete meses para hacer los bordados que inician en un corazón y luego llevan guías de canutillo y brillantes. En total son 700 mil cuentas, más de 3 mil flores en 3D y 22 mil cristales en forma de corazón. 17 personas se movieron para que todo estuviera listo.
Y podríamos seguir en el relato de los preparativos, de no ser porque de sus entrevistas de mayo en las que nos envolvió en toda esta aura de cuento de Cenicienta, la novia ya no volvió a su casa real con su esposo y ahora lo acusa de maltrato psicológico.
Para este punto dicha historia sí parece de telenovela, pero de esas donde las protagonistas sufren mal plan, puesto que Hanna declaró que su esposo “no era lo que decía, ellos me hablaban de un castillito, una casita muy bonita y resultó que no la tenían. Él me decía que tenía un negocio desde el 2019, que ya no lo tiene. Me decía que era primo de la familia real, y todo eso jamás lo vi y no se conocen. Entonces él me trataba de apantallar de esa forma y me empezaron a pedir dinero”, declaró la joven hace unas horas a la revista Chic Magazine.
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Ante los rumores de que había regresado a México por violencia doméstica, añade más: “Empiezo a darme cuenta que están completamente en bancarrota y veo que el papá y los hermanos trabajan en equipo como para encontrar presas para sacarles lo que puedan y dejarlas. Lo mismo hizo su papá con la segunda esposa, de quien se están divorciando por millones, y ya tiene una nueva novia de Noruega rica, que van a exprimir también”.
De los 18 meses que estuvieron casados por el civil, Hanna asegura que él pasó 6 aquí en México con ella. En este tiempo se mostró agradable y recorrieron diversos estados de la República, pero cuando se mudaron a Londres todo cambió.
«Me empecé a dar cuenta de cómo estaban tratando a la gente y yo no estaba de acuerdo. Me pedían dinero y les decía que no tenía un negocio de ningún tipo, entonces me empezaban a demeritar como mexicana, plebeya, inferior, etc. Todo lo que yo hacía lo usaban en mi contra; mis viajes, mis causas, todo me lo demeritaban; era un abuso psicológico, al punto que lo decían tanto que te lo empiezas a creer”, cuenta Hanna.
Y a pesar de que vivió bullying tras su salida del reality y realmente estuvo expuesta ante los medios y el público, asegura que fue hasta este punto que “te humillan tanto por tu físico, por quién eres, que me generó una inseguridad horrible, ya no era feliz. Me amenazaban, porque ‘nuestra palabra tiene más peso que la tuya porque somos nosotros. ¿Quién le va a creer a una mexicana?’. Tenía que defenderme ante 30 personas, el tamaño de la familia”.
La joven relata que llegó un punto en que no se sintió miembro de esa familia, decidió que su vida estaba en Londres y en México, pero fuera de dicho círculo, y se animó a contar su versión para evitar que otras mujeres pasen por ese momento en que “demeriten su palabra”.