Este 8 de marzo las calles se llenaron de morado. El sonido que resonaba por la voz de miles de mujeres que salieron a defender sus derechos, se escuchaba en todos lados. Como es costumbre en el Día Internacional de la Mujer, miles tomaron las calles del centro de la Ciudad de México para exigir justicia y seguridad.
Antes de las 3 de la tarde ya se dirigían hacia diferentes puntos de reunión. Los diversos contingentes se preparaban para comenzar a marchar. Desde las más pequeñas y hasta mujeres de la tercera edad, estaban listas para ser escuchadas. Todas se unieron bajo una misma consigna: exigir seguridad y respeto a los derechos para las mujeres.
«Mujer, escucha, esta es tu lucha»
En las calles aledañas a la avenida Juárez, ya se podía ver a varios grupos de mujeres. En esta vía principal de la marcha, caminaron con carteles en camino a formar parte del colectivo, y con la convicción de ser escuchadas.
El canto de las mujeres llenaba los andenes del Metro, el color morado pintaba el interior de los vehículos, y el sentimiento unificado por hacerse notar se percibía por los alrededores. Uno detrás de otro, los contingentes comenzaron a desfilar en dirección a la plancha del Zócalo.
Unidas para hacernos escuchar
Con banderas, letreros en donde se leían mensajes desde el corazón y a una sola voz, miles de mujeres marchaban al ritmo de las consignas. Contingentes pertenecientes a distintos grupos, como mujeres con discapacidad y universitarias, se unieron para defender y luchar por sus derechos y para dar voz a todas aquellas que ya no están.
Desde las ventanas y balcones se asomaban mujeres para demostrar su apoyo a todas las que se encontraban en las calles. Algunas portando sus uniformes de trabajo y otras con distintivos morados, caminaron hasta Palacio Nacional, en donde se sentía la hermandad.
Este día seguramente quedará marcado en el corazón de millones de mujeres. No sólo de aquellas que se pudieron unir a la marcha, sino de todas las que en algún momento han sido lastimadas por la injusticia que existe.
Sigamos gritando para que no sólo en este día, sino en todo momento se escuche nuestra voz.