Mario Alberto Cabrera
Una singular voz y una ascendente carrera que desde temprano se vio colmada de éxitos, hicieron de Kalimba uno de los cantantes más distinguidos de México. Pero, aunque agradecido con la distinción, en su rostro hay algo que desentona.
Y es que su carrera ha ido más allá de lo hecho primeramente en Onda Vaselina y OV7, y después en un prolífico camino como solista. Telenovelas, obras de teatro, musicales, doblaje, DJ y hasta stand up, son sólo algunas
de las facetas en las que ha incursionado y que lo han llevado a considerarse, más que un cantante o actor, un “entretenedor”.
“Si me dedico a hacer una sola cosa durante 20 años, me vuelvo loco. Me urge crear, hacer otras cosas”, dice mientras se revuelve en su asiento y sus manos ayudan a enfatizar sus palabras. “Si me ofreces la posibilidad de entretener y explorar múltiples facetas, cantando en diferentes géneros, yo me sentiría pleno”.
Esa fue la razón que lo llevó a aceptar sumarse a Jesucristo Superestrella, una de sus historias predilectas, pero sobre todo una oportunidad para regresar a una de las vertientes artísticas que más le apasionan y que desea retomar con prontitud: la actuación.
Pero aunque emocionado por los planes que ya vislumbra, Kalimba evita correr y prefiere dar pasos seguros, enfocándose en la puesta en escena que ahora triunfa en el Centro Cultural Teatro I, y en la promoción de su más reciente disco, con el que asegura se ha reconectado con sus raíces.
En entrevista con EstiloDF, el polifacético artista profundiza en su aventura como Simón Zelotes, un personaje fascinante, pero diametralmente opuesto a él, los detalles del origen de su nuevo álbum y lo gozoso que es haberse reencontrado con la pasión que lo empuja todos los días a explorar nuevos caminos.
¿Cómo te sumaste a este proyecto?
Me llamó Erik Rubín, que al parecer fue quien buscó a todos los del elenco principal, y me dijo: “Hermanito, vamos a hacer Jesucristo Superestrella, el montaje en México de la nueva versión que hicieron hace poco en Inglaterra y Broadway. Hay una canción en específico que es la de Simón Zelotes, y parece ser que Andrew Lloyd Webber la escribió pensando en ti hace 47 años, jajaja… todos los involucrados en la producción la escuchamos y dijimos que tú tenías que hacerla. No estamos pensando en nadie más, así que queremos invitarte a hacer el casting”. Recuerdo que le dije enseguida: “Man, yo feliz de la vida”. Jesucristo Superestrella es una de mis películas y montajes favoritos de toda la vida, además creo que se trata de la ópera rock más grande que existe. Me mandaron la canción, la versión original que se quería adaptar al español, me puse a ensayar e hice mi casting. Me súper emocionó porque cuando lo terminé me dijeron: “Ya está, sólo queríamos comprobar que era cierto lo que pensábamos”. Después Erik me contó quiénes estaban contemplados para el musical y fue como sentir acrecentarse esa emoción.
¿Cómo abordaste esta encomienda que, si bien no desconoces, no es tu ambiente habitual?
Cuando terminé la función para family and friends, que es como esta presentación que se hace previo al estreno oficial, platicaba con una amiga y sentí muy bonito que me dijera que parecía que, para mí, esto era como andar en bicicleta. No quiero sonar presuntuoso, pero empecé a hacer teatro y televisión a los cuatro años, cuando hice Romeo y Julieta o Helen Keller: La Maestra Milagrosa. Desde muy chico supe cómo era clavarse en la psicología de los personajes. Admito que pensé que sería un poco más difícil, porque al final del día es una gran e imponente obra a la que se le debe guardar mucho respeto. Sin embargo, tenemos un gran director: Nick Evans, quien además de ser una persona espectacular es minucioso, perfeccionista, apasionado del teatro y muy profesional, entonces eso es de gran ayuda. Desde mi perspectiva, actuar no se resume en meterte en la piel del personaje mientras tienes líneas sobre el escenario; actuar es que durante las dos horas que dure la obra, y si se puede una antes y una después, seas otra persona. Cuando tienes esa convicción y una dirección así, las cosas resultan fáciles.
¿Cómo fue darle vida a tu personaje?
Estoy muy acostumbrado a ser Kalimba bonachón o rockstar, éstas son mis dos vertientes en el escenario: el Kalimba que hace música romántica y que le quiere caer bien a la gente, pues entiende que para lograr la empatía que este género demanda la gente debe quererte primero, y el otro Kalimba que se pone las gafas y se cuelga la guitarra porque le gusta imponerse en el escenario. Simón es un personaje al que no le interesa la empatía, lo que le importa es la conquista. Es un hombre un poco anarquista y está convencido de que Jesús, con el poder que tiene y con todo lo que es capaz de hacer, debe derrocar a los romanos y al César, para ser ellos quienes gobiernen. Es un hombre que, cansado de su gobierno, busca constantemente la revolución. Mi forma de ser es muy diferente a él. Yo soy un hombre bastante pasivo, y esa fue la parte en la que Nick más me ayudó para entender mi personaje. Recuerdo que me dijo: “Tú sal y sé malo, transfórmate”, y de verdad me lo creo. Pedí a los chicos de maquillaje que me maquillaran debajo de los ojos para dar la sensación de una mirada oscura. Les pedí también que cambiaran los rasgos de mi rostro, pues tengo una fisonomía agradable, soy más cachetón y tengo los ojos redondos, entonces quería que la gente viera otra cara, para que cuando saliera a escena quedaran claras las intenciones de Simón. Después tuve que pasar todo eso a lo musical, aunque es cierto que el tema me ayuda mucho. Se trata de la canción más fuerte, musicalmente hablando, es decir, la que tiene más instrumentos en tono agresivo. La manera en la que está hecha se presta perfecto para que seas agresivo arriba del escenario. El tema se llama “Simón” y es un funk psicodélico, lo que le sube el tono a la obra por un momento.
¿Qué sientes de saber que te buscaron con una idea muy clara de sumarte a este musical?
Es un halago muy grande. Los últimos tres años me han sucedido cosas similares: me han buscado para cantar con La Sonora Santanera, para un dueto con Enrique Guzmán y ahora esto. Es como si estos 19 años que llevó de OV7 para acá, intentando ser excepcional en el escenario, estén dando frutos. La gente me dice: “Te busco a ti porque quiero lo que tú haces”, y eso me enorgullece mucho. Que Erik me dijera que no castearían a más gente porque me querían a mí, se siente increíble. Que alguien escuche una canción y los llevé a pensar “Kalimba”, me deja sin palabras. Hace muchos años me preguntaron respecto a qué me gustaría que pensara la gente cuando me muriera, y quiero que cuando la gente oiga “Kalimba”, piense en música excepcional. Hoy pienso en otras cosas, quiero cambiar el mundo de una manera más personal que profesional, pero en ese entonces quería eso, justo como cuando piensas en Prince, Lenny Kravitz, Stevie Wonder o Ray Charles. Es un paso más hacia ese objetivo.
Son casi ya dos décadas de esta aventura en solitario, ¿en qué momento de tu carrera llega este proyecto?
Llega de manera muy curiosa porque un par de meses antes no le había mencionado a nadie que quería actuar. Estaba a punto de platicar esto con mis managers, para que buscaran algunos proyectos relacionados con el cine o series, cuando Jesucristo Superestrella llegó. Nunca pensé en una obra de teatro porque suponía que se requería de más tiempo, seis u ocho meses, y con la gira en puerta no me iba a dar tiempo. Esto cayó como anillo al dedo. Se trata de una temporada corta, 25 shows, cinco semanas. Todo se acomodó. Estoy más que claro que Dios escucha, pero esto fue más de lo que esperaba.
¿De dónde proviene ese anhelo por regresar a la actuación después de tantos años?
Hace poco alguien me hizo ver que algunas personas de la industria, incluido yo, no podemos definirnos sólo por una faceta, en mi caso como cantante, pues en realidad somos entretenedores. He hecho telenovelas, obras de teatro, musicales, doblaje, series, grupos musicales, carrera solista; he tocado con big band, cantado rock, pop, fui DJ y he hecho stand up, entonces creo que con todo esto puedo decir que soy una persona que ama la creatividad. Si alguien me dijera:
“Te aseguro una carrera plena en el pop, llenando estadios, durante 20 años”, respondería que no. Si me dedico a hacer una sola cosa durante ese tiempo, me vuelvo loco. Me urge crear, hacer otras cosas. Por otro lado, si me ofreces la posibilidad de entretener y explorar múltiples facetas, cantando en diferentes géneros, me sentiría pleno. Para mí el éxito es poder llegar a mi casa y decir: “Estoy haciendo lo que amo, tengo la oportunidad de hacerlo en todas las áreas que me gustan, lo hago con la mayor excelencia que puedo ofrecer, y además me da frutos, un techo y comida”, con eso me basta, estoy feliz y no me hace falta nada más. Si vienen estadios y demás cosas grandiosas, qué maravilla, pero la verdad es que mi satisfacción radica en, por ejemplo, no llenar el Centro Cultural Teatro I, sino que la gente que asista a ver la obra, se vaya a casa satisfecha. Ésta es la razón por la que en mis últimos discos compongo y produzco, escribo los libretos de mis videos que también dirijo. Hace poco me metí a clases de fotografía para poder ser un mejor director de mis videos y fue, a través del lente, que me renació ese amor por estar enfrente de una cámara y quiero actuar otra vez.
Este proyecto suena como una buena oportunidad para lograr ese cometido…
Ojalá que sí, espero que de este proyecto salgan otras cosas y derive en películas, series, nuevos proyectos y personajes, y más teatro si es posible, me encanta, lo entendí hasta hace poco, porque de pequeño lo sentía más como un hobby a pesar de que mi papá lo hacía y es un tema casi de herencia. Años después me tomé esto muy en serio, se trataba de mi profesión, lo que me da de comer, lo que me permite mantener a mis hijos, pero también empecé a perderle el amor. Sin embargo, el tiempo transcurrió y encontré un equilibrio. Descubrí que se trata de mi carrera y, por tanto, demanda disciplina y profesionalismo, pero también es mi hobby, lo que amo hacer, lo que me da oportunidad de tocar corazones, de asombrar al público, de hacer que muchas personas olviden su cotidianidad y entren a un mundo nuevo, de hacerlos soñar, ilusionarse. Es una gran bendición dedicarme a esto, volver a apasionarme como antes, intentar cosas nuevas; en algunas fallaré, otros serán proyectos grandiosos, creo que todas las personas inquietas somos así, se falla, pero también se aprende, mi deseo es aportar algo.
¿Concebiste tu nuevo álbum, Somos muchos y venimos todos, con esto en mente?
Hace unos años, cuando me convertí en artista independiente, fue debido a que me volví más curioso de lo que ya era. Necesitaba más creatividad, más libertad, jugar con más cosas, sonidos, géneros. No me quería encasillar en ser sólo un baladista pop, algo que no me considero, pero así era catalogado. Yo soy funkero, rockero, popero. Empecé a escuchar más música que quería meter en mis canciones y de ahí decidí escuchar a ese Kalimba que lo veía todo como un hobby. Me puse a escuchar discos de Onda Vaselina, de OV7, mis dos primeros discos (Aerosoul y NegroKlaro), y me di cuenta que en ese entonces jugaba más con mi voz, con los ritmos, y no pensaba tanto en qué le gustaba a la radio o qué deseaba mi público. Me sentaba a hacer canciones que llegaran al corazón, el género estaba de más. Para este disco, mi fórmula fue sólo disfrutar. Sí me permití escuchar a la industria para saber qué canción podría ser un éxito, recurro a estudios de mercado y a una mesa directiva, pero si una canción me gusta, voy a ser yo quien decida adónde la llevaré, si tocaré la guitarra o el piano, si la bailo solo o acompañado. Esa es mi fórmula ahora: divertirme, pasármela bien, que otros noten cuánto lo disfruto, para que ellos también puedan gozarlo. Este disco tiene el R&B de Aerosoul, baladas maravillosas de esos primeros discos, un par de canciones de rock que las saqué de Mi Otro Yo, pop bailable y disfrutable que lo saqué de Onda Vaselina y OV7. Me fui a escuchar quién era yo hace 10, 12 años atrás, y me traje ese sonido al presente, le puse elementos nuevos que están ahora de moda, e hice la música que siempre me ha gustado.
¿Qué tuvo que pasar para que te reencontraras con estas raíces?
Me parece que es un camino que todas las personas recorremos. Primero tienes que crecer, buscas expandirte y una vez que lo lograste, la pregunta es: ¿qué vas a hacer con todo ese terreno que conseguiste? Todos queremos eso, pero cuando lo logras debes recordar por qué empezaste todo. Eso les pasa a todas las personas en la vida, pero en lo personal estoy convencido que voy a tener este ciclo muchas veces. Este disco ya salió, pero ya tengo ideas para más canciones. Si funciona voy a volver a expandirme hasta preguntarme de nuevo quién soy, para así regresar al principio.
Se siente como si la maquinaria estuviera engranándose perfecto para tu propósito…
Mucho, a decir verdad. La razón por la que tardó un poco fue porque, para ser honesto y esto casi nadie lo sabía, cuando entré a OV7 pensaba sólo quedarme un par de años y regresar a jugar futbol, que era lo que más me gustaba. A los 17 años tomé la decisión de ser futbolista profesional, estaba de lleno entrenando, a punto de dejar la escuela, cuando cayeron los contratos de OV7 y dije: “Ok, me voy a meter para hacer un poco de dinero y tener un colchón en caso de que las cosas no salgan bien”. Ese era mi plan. Cuando arranqué formalmente en la industria musical, no lo estaba tomando en serio porque no pensaba quedarme, por eso me tardé un poco más. Vinieron los dos primeros discos solistas, yo venía de OV7, así que las cosas eran relativamente fáciles, pero después llegó la cosa más maravillosa que le puede pasar a cualquier persona sin importar su profesión: la dificultad. Cuando empezó a ser difícil, cuando hubo más competencia, cuando me perdí musicalmente, cuando empecé a repetirme y ya no encontraba éxitos, ahí entendí todo. Esa lucha es la más maravillosa porque es la que te hace darte cuenta que tienes que disciplinarte más, tomarlo en serio, echarle más ganas, que no eres único. Salí de OV7 y me sentía Rey Midas, hacía canciones y llegaba siempre la número uno, pensé que siempre iba a ser así. De repente me di cuenta que no, que ya era número tres, que ahora estaban Camila, Reik y Sin Bandera en el número uno. Gracias a Dios no he caído del top 10. Después la industria cambió y ahora están Maluma, J Balvin, Nicky Jam, Daddy Yankee, que aunque ya eran grandes en su área, en México no eran nuestra competencia, pero ahora lo son. Vivir todo esto fue como una reafirmación de que tengo que echarle ganas, las cosas no siempre van a ser fáciles. Cuando vino esa lucha entendí que esto era serio y empecé a madurar, me reencontré, y una vez que lo equilibré, comencé a gozarlo en grande. No siempre vas a ser el número uno, pero no importa, vas a luchar y a trabajar siempre por serlo, pero a pesar de todo tienes algo más grande que eso: la satisfacción de que estás haciendo lo mejor que tienes con lo que puedes, con lo que eres, haciéndolo con excelencia y presentarte cada vez frente al público como ellos se lo merecen.
CUESTIÓN DE ESTILO
¿Tu estilo?: Ecléctico
¿Tus básicos?: Gafas
¿Qué no puede faltarte en cada viaje?:
Mis audífonos
¿Qué suena en tu playlist?: Depende de la temporada. Ahora escucho mucho pop y urbano
Mayor tesoro:
Mi fe y mis hijos